Agricultores 2.0 en Naranjas del Carmen
“A los alemanes les fascina que en 48 horas la naranja vaya del árbol a su casa” Hacen un canto por la fruta fea, por lo que su insignia lleva gafas
“Yo soy un agricultor del siglo XXI”. Así se define Gonzalo Úrculo (Madrid, 1986), fundador de la firma online Naranjas del Carmen, que vende por internet sus propios cultivos de calidad. Graduado en Economía por la Technische Universität Berlin, en 2011 decidió rescatar los naranjos de la finca de su abuelo en Bétera (Valencia), fallecido un año antes. Una aventura a la que se sumaron sus tres hermanos.
Este joven urbanita ahora pasa más de la mitad de la semana en el campo, planificando el futuro, tomando decisiones sobre los cultivos y recogiendo y empaquetando naranjas. Desde el principio quiso cambiar el modelo de venta de esta fruta. “Me contaron que se utilizaba un producto contra la maleza que se llamaba Tomahawk. Yo decidí que no quería usar nada que llevara ese nombre. Nuestro producto es natural. Había que apostar por cantidad o calidad y nosotros decidimos que queríamos una naranja con apellido, fresca y con sabor”, declara. Su negocio sumó otra novedad. Decidieron vender directamente al consumidor. “Eso nos garantiza unos márgenes mayores, porque el kilo de naranjas al agricultor se paga a 14 céntimos y nuestros costes fijos en el campo son mayores que eso”, argumenta.
Diseño de reciclaje
El loft de las oficinas de Naranjas del Carmen es un pequeño espacio informal decorado con gracia y originalidad. Un palé de madera, traído desde la finca valenciana de Bétera, sirve como falso techo desde el que cuelgan lámparas realizadas por Gabriel Úrculo con material reciclado: un cubo o bote de Chupa Chups.
El reciclaje también se percibe, por ejemplo, en una caja de madera de vinos que sirve como soporte a una pantalla de ordenador. “No hemos querido gastar mucho. No entiendo a las start-ups que se gastan una gran cantidad de dinero en ordenadores Mac”, cuenta Gonzalo Úrculo. Aunque ellos tienen uno, anterior a la empresa, de Gabriel, ya que él se encarga del diseño de la web y del marketing.
Una de las paredes está velada con una pintura de pizarra para escribir tareas del equipo, sobre la que hay impreso el lema “obsesiónate con ser feliz”, su eslogan comercial. “Hacerse un zumo es un momento feliz del día”. Ellos no pierden la oportunidad para ofrecer uno de naranja o de mandarina a sus visitantes.
Todo el equipo trabaja en una gran mesa común, rodeado de objetos curiosos, como esculturas de cartón de cabezas de ciervo y rinoceronte o una sombrilla de playa. Frente al amplio ventanal han plantado en un gran macetero de madera varios naranjos y un limonero. A uno de esos objetos le tienen especial cariño. Se trata de una báscula de casi un siglo, regalada por un agricultor de Bétera y que anteriormente había pertenecido a su abuelo.
“En España los pedidos llegan en 24 horas. Solo recogemos el cultivo bajo pedido”, explica como una gran diferencia con lo habitual que se encuentra en los supermercados. Esa naranja gourmet ha tenido un éxito muy relevante en Alemania. Casi el 85% de las ventas se producen allí. “A los alemanes les fascina que en 48 horas la naranja vaya del árbol a su casa”. Incluso muchos visitan la finca en sus vacaciones. Un logro que les ha llevado a casi triplicar los ingresos en el último año, hasta los 400.000 euros.
De hecho, denuncia prácticas que los consumidores desconocen: “Los mayoristas recogen las naranjas cuando todavía están verdes y las guardan en cámaras de frío. Luego las desverdizan con etanol cuando lo necesitan y les ponen una capa de cera para que brillen”. De un pequeño cubo en la mesa, agarra una pieza marcada con un arañazo. “Esta naranja no gustaría en el mercado porque las amas de casa creen que las más bonitas son las mejores”.
Pero ellos hacen un canto por la fruta fea. Su símbolo es una naranja con gafas, que aparece en diferentes formas en su oficina. Tienen un Naranjito (mascota del Mundial de 1982 celebrado en España), otra realizada por un escultor valenciano y una figura hecha y regalada por una prima. “Tienen gafas porque, como se suele decir, lo importante es el interior”, cuenta Gabriel Úrculo (Madrid, 1983), el mayor de los hermanos. Los dos trabajan en un pequeño loft al norte de Madrid, en una oficina junto a la de su padre, que es un experto en logística y quien les ha dado mucha ayuda para comenzar con la distribución, que se lleva el 60% de los costes. Hasta hace un año, incluso, trabajaban en el espacio de su padre. Ahora se han independizado y han creado una oficina bajo su propio “estilo desenfadado, natural, de gente joven que no le da pereza ir a la oficina”, apunta Gonzalo. “También somos de mente abierta, ya que debemos entender las diferentes culturas donde vendemos”, añade.
Los Úrculo aseguran que trabajan bien juntos. “Somos muy diferentes. Yo soy más lanzado y mi hermano más precavido. Sin él no podría hacer ni la mitad de las cosas que hago”, confiesa Gonzalo. “Necesito planificar las cosas”, reconoce Gabriel. El resto del pequeño equipo de la oficina en Madrid reúne a empleados jóvenes de Alemania o Suiza.
En Bétera tienen una plantilla para las labores del campo y una ingeniera agrónoma especializada en agricultora ecológica, “algo que no es habitual en la zona, por ser mujer y por su formación”, destaca Gonzalo. Además, cuentan con un apicultor para polinizar con abejas los naranjos de forma natural, una práctica que casi se ha perdido en el Levante. En Naranjas del Carmen también aprovechan esta práctica natural para lanzar uno de sus nuevos productos: la miel de azahar. Para ampliar la temporada de venta, que ha comenzado en enero, comercializan mandarinas y mermeladas. Su próxima novedad será vender zumo natural para acabar con el excedente en sus árboles.