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Columna
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El riesgo de los ataques de París

Seguramente Charlie Hebdo no habría dudado en extraer sátira incluso desde las profundidades de su propia tragedia. Solo el asesinato de su director y de algunos de sus dibujantes más célebres en un tiroteo que dejó 12 muertos dentro y cerca de la oficina del semanario francés el miércoles evitarán que la revista haga su trabajo esta semana –satirizando a todo tipo de poderes y formas de autoridad, de forma clara y sin nada parecido al tacto o al buen gusto–.

Más allá de la indignación inmediata y la tristeza, el desafío para las democracias en Europa puede no ser el que están dispuestas a cumplir. El presidente francés, François Hollande calificó el tiroteo de “acto de terrorismo”. Estos y otros incidentes recientes en Europa sugieren un nuevo riesgo –los ataques violentos no necesariamente iniciados por organizaciones sino por individuos aislados, a los que los métodos policiales tradicionales no pueden enfrentarse con facilidad–.

Incluso antes de que se supiera nada sobre la identidad o los motivos de los asesinos de París, los partidos de extrema derecha ya estaban intentando explotar los acontecimientos. Es el caso del Frente Nacional en Francia. Podría suceder mañana en el resto de Europa, donde el debate político se ha vuelto igualmente venenoso. Los movimientos extremistas podrían ganar aún más terreno.

Si se percibe como demasiado débil, la respuesta de las autoridades a los actos de violencia aleatoria podría desencadenar peticiones de políticas más estrictas sobre la le ley y el orden. Eso a su vez plantearía otro tipo de riesgo. Puede llegar un momento en que la tentación de erosionar o limitar las libertades fundamentales sea alto para los gobiernos que luchan contra la nueva amenaza. Para los medios de comunicación, eso podría implicar apoyarse en instituciones o personas a las que les gusta provocar, como Charlie Hebdo. O podría implicar una autocensura oculta. Esa sería la peor herencia posible de este ataque.

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