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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un balón de oxígeno para 2015

El riesgo de una nueva recesión en la zona euro se ha convertido en la principal amenaza del proceso de recuperación en que está inmersa la economía española desde mediados de 2013. El cóctel explosivo que conforma una coyuntura de especial debilidad en Francia y en Alemania, una recesión en Italia y la creciente desaceleración de las exportaciones españolas –cuyo principal mercado es precisamente la eurozona– explican los temores sobre un más que posible enfriamiento de nuestra recuperación. Sin embargo, en los últimos meses se han añadido nuevos factores al tablero de juego de la economía mundial. El desplome del precio del petróleo, la depreciación de la moneda única y la importante rebaja que han experimentado los costes de financiación por la bajada de la prima de riesgo se han erigido como neutralizadores de esa nube invernal que podría truncar el ritmo de nuestro crecimiento. Todos esos factores, unidos al efecto de la reforma fiscal que entrará en vigor el próximo mes de enero, pueden suponer una inyección de fondos de 18.000 millones de euros para nuestra economía en 2015. En el caso del petróleo, el vertiginoso proceso de abaratamiento del Brent desde el pasado mes de junio se ha traducido en una rebaja del 35% en la cotización del barril. Un descuento que, de mantenerse, redundará en un ahorro para las cuentas públicas, para el tejido empresarial y para los consumidores. Tanto en el caso de las compañías como de las familias, ese ahorro permitirá autofinanciarse y poder hacer frente a las dificultades de acceder al sistema crediticio. Otro tanto ha ocurrido con la depreciación del euro. La fortaleza que ha mantenido la moneda única hasta junio se ha convertido en un pesado lastre para las exportaciones europeas, en general, y las españolas, en particular. En el caso de España, además, más de la mitad de las ventas al exterior de nuestras empresas se focalizan en Europa, y no solo en la zona euro, y ello hace a nuestros sector exterior especialmente vulnerable al efecto de un euro fuerte. A todo ello hay que sumar la fuerte caída de la prima de riesgo y el abaratamiento de la financiación que ello supone para la economía española, un verdadero balón de oxígeno que ha sustituido al pesado lastre con el que España ha cargado desde que estalló la crisis de deuda soberana.

Todo ello conforma una inyección nada desdeñable –18.000 millones– con la que afrontar el próximo año, pero en ningún modo una medida suficiente para apuntalar la recuperación. Son las reformas coyunturales y la eliminación de los obstáculos normativos que siguen dificultando la competitividad de nuestras empresas el verdadero alimento del crecimiento. Y hacia ese objetivo hay que enfocar todos los esfuerzos; hacia el fortalecimiento de un proceso recuperación que ha costado suficiente sacrificio como para luchar con todas las fuerzas por su consolidación.

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