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Tribuna
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La corrupción y la mentira

Pleno parlamentario sobre las medidas para erradicar la corrupción. Nada nuevo. Vuelta a los proyectos que envejecen mientras se prorrogan 30 veces los plazos para la presentación de enmiendas: Ley de Financiación de los Partidos Políticos y Ley de Transparencia y Estatuto del Alto Cargo. Pero los proyectos significan poco cuando la práctica del día a día desmiente que haya voluntad política en esa dirección. El Partido Popular sigue dedicado a entorpecer el esclarecimiento de la trama Gürtel, de la contabilidad b anotada por sus sucesivos tesoreros desde Naseiro hasta Bárcenas, destruye pruebas y discos duros de ordenadores, lanza botes de humo sobre la utilización de dinero negro para la rehabilitación arquitectónica de la sede nacional de la calle Génova, indulta a Jaume Matas, tolera la continuidad de la alcaldesa de Alicante y suma y sigue.

En la sesión de control al Gobierno del miércoles, la portavoz de UPyD, Rosa Díez, tenía turno y lo utilizó de forma efectista poniendo en contraste las promesas electorales de Mariano Rajoy y los resultados que pueden computarse después de tres años de legislatura. La señora Díez presentaba las realidades que contradicen los programas en lo que se refiere a los impuestos, a los recortes, al paro, y concluía reprochando al presiente sus mentiras. Pero la señora Díez se equivocaba, los incumplimientos del programa no implican necesariamente mentiras. Pueden resultar de las inclemencias del tiempo y otras circunstancias adversas ajenas a la voluntad de los oferentes. En realidad, los programas quedarían reducidos a escombros si fueran depurados de todo aquello que está fuera del alcance de las formaciones proponentes.

La respuesta del presidente Rajoy se ajustó a la plantilla que tiene memorizada, según la cual España era el problema, un problema que cada día que pasa describe como más hondo. Estábamos en lo más profundo de la sima y ahora España es el modelo, crece más que Francia y Alemania y todo empieza a amanecer. Si la percepción del público es otra, peor para el público. Pero en Brisbane (Australia), los del G20, cuando los fotógrafos habían sido desalojados, palmearon la espalda de Rajoy en señal de reconocimiento y felicitación.

Establezcamos primero, conforme nos tiene enseñado Péter Esterházy en Armonía celestial, que “es harto difícil mentir sin conocer la verdad”. A partir de ese principio, afloran las mentiras flagrantes del presidente Rajoy, quedan a la vista del público y le invalidan para seguir en la presidencia. Por ejemplo, son irrefutables las pruebas de sus mentiras en el caso Bárcenas.

Son mentiras porque quien las profiere conocía necesariamente la verdad de lo sucedido. Como escribió en estas mismas páginas un buen amigo periodista, el presidente se atrevió a asegurar que nunca habría pruebas contra su tesorero al que siempre reconoció un comportamiento ejemplar y ha mantenido asalariado hasta diciembre de 2012. Su basurero ha seguido custodiado en la sede nacional del PP en Génova, sin haber procedido a entregar al juez instructor las pruebas ahí escondidas. Tampoco han indagado el origen de la fortuna cifrada en decenas de millones de euros, acumulada en Suiza por quien trabajaba a plena dedicación en las tareas de gerencia y tesorería de un partido con más de 800.000 militantes y más de 1.000 sedes, distribuidas por toda la geografía nacional.

Tendrá el PP los diputados que tenga, le quedará un año por delante hasta la próxima convocatoria electoral, se le cumplió el plazo al arzobispo Rouco Varela, tendremos la visita del papa Francisco, recuperará España la confianza y la credibilidad, que con gozo grande los peperos contribuyeron a hundir, pero las mentiras de su actual líder, Mariano Rajoy, hacen imposible su continuidad en La Moncloa. Empieza la fase del después de Rajoy ¿qué? Atentos.

Miguel Ángel Aguilar es periodista.

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