Juncker se juega el BEI para salvar su plan de inversión
La Comisión Europea presidida por Jean Claude Juncker solo lleva 23 días en el cargo y ya tiene que fajarse para defender su credibilidad, puesta en el alero por la filtración LuxLeaks(las elusiones fiscales permitidas por Juncker cuando era primer ministro de Luxemburgo) y por las dudas sobre la capacidad del organismo para reactivar la economía europea.
Durante esta semana, Juncker intentará retomar la iniciativa a sabiendas de que buena parte de su prestigio dependerá del anunciado plan para movilizar 300.000 millones de euros de inversión publica entre 2015 y 2017.
“No podemos defraudar, porque a la Comisión Juncker se le va a juzgar por este plan de inversión”, se inquieta un alto cargo del nuevo equipo ante las dudas que suscita la creación de un Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas, como pretende bautizarse al plan Juncker. La misma fuente señala que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) será el eje central de un plan que espera servir de catalizador para multiplicar los recursos disponibles.
Sin embargo, las limitaciones presupuestarias de la UE y el sordo pero intenso conflicto entre Berlín y París sobre la reorientación de la política económica europea limitan la capacidad de Bruselas para presentar un plan de estímulo ambicioso.
El presidente de la Comisión había tanteado la posibilidad de utilizar los recursos disponibles en el fondo de rescate (MEDE), pero Berlín se negó en redondo. Tampoco ha prosperado la hipótesis de ampliar el capital del BEI como se hizo en 2012.
Con casi todas las vías de financiación cegadas, Juncker está dispuesto a jugarse la triple A que ostenta el BEI como garantía de su calidad crediticia para intentar movilizar los recursos prometidos. En principio, Bruselas avalaría los nuevos riesgos con sus propios fondos por un valor cercano a los 15.000 millones de euros, lo cual, en condiciones ideales, podría atraer una inversión cuatro o seis veces superior. Pero al margen de esa alquimia financiera, que no suele cumplirse, Bruselas pretende, sobre todo, relajar los estrictos criterios del BEI en su gestión.
“No puede ser que el BEI haya concedido menos préstamos en 2013 [casi 72.000 millones de euros] que en 2009 [79.000 millones], justo antes de la crisis de deuda soberana”, se escandalizan fuentes de la Comisión.
Bruselas acusa al BEI de velar más por su propia reputación crediticia que por actuar como contrapeso en tiempos de crisis. Una crisis que ha reducido en casi 500.000 millones la inversión privada disponible cada año. No falta quien atribuye el escaso interés del BEI por cubrir ese hueco a la presencia de un alemán, Werner Hoyer, al frente de la institución financiera de la UE.
La CE quiere poner fin al blindaje y jugarse el BEI, financiando proyectos mucho más arriesgados en energía, transporte y banda ancha. Por lo pronto, se suprimiría el criterio que obliga a financiar solo infraestructuras transfronterizas para incluir también las puramente nacionales.
Bruselas también quiere relajar las evaluaciones medioambientales previas a la autorización de los proyectos, aunque cabe el riesgo de que se repitan fiascos como el Castor, el almacén de gas construido en España y que no se podrá utilizar. Y por último, se quiere dar prioridad a la financiación de las pequeñas y medianas empresas. “Para compensar los favores que Juncker hacía a las multinacionales cuando era primer ministro”, ironiza una fuente comunitaria crítica con el plan.
Si se cumple el calendario previsto, el plan de Juncker se aprobará mañana martes y se presentará al día siguiente ante el Parlamento Europeo. Los términos definitivos los decidirán los presidentes de Gobierno en la cumbre europea del 18 y 19 de diciembre. Y la letra pequeña dependerá en gran medida de la voluntad de Angela Merkel.
La canciller alemana exige, como contrapartida a cualquier estímulo, la aplicación a rajatabla del Pacto de Estabilidad.Alemania desea que Bruselas llame la atención a París para reclamarle por vía expeditiva recortes salariales, rebajas de pensiones y menor presión en el impuesto de sociedades.
El compromiso entre las dos partes apunta a una vigilancia presupuestaria más estrecha sobre Francia, que se podría poner en marcha esta misma semana, pero sin abrir del todo la vía de sanciones. Y, como contrapartida, un plan europeo de inversiones muy limitado, basado en un apalancamiento teórico que en los cuatro planes anteriores (dos de estímulo, uno a través del fondo de rescate y otro para las pymes) nunca se cumplió. Típica solución de mínimos a la espera de que un milagro evite la tercera recesión en seis años.
Papa Francisco, ¿aliado contra la austeridad?
La economía europea se encuentra tan alicaída que hasta la visita de un Papa a Estrasburgo adquiere un simbolismo de recuperación. Mañana martes, Francisco visitará la sede del Parlamento Europeo y la del Consejo de Europa. La última visita de un Sumo Pontífice a las instituciones europeas fue en 1988. Solo un año después de aquella visita de Juan Pablo II, se derribaba el Muro de Berlín, un acontecimiento que algunos historiadores atribuyen, en parte, al activismo anticomunista del cardenal Wojtila. Del mismo modo, ahora hay quien confía en que la presencia del cardenal Bergoglio en Estrasburgo marque un giro en las políticas de austeridad que han contribuido a la depauperización de una parte de Europa. “Esperemos que la visita del Papa sirva para recordar que la economía está al servicio de los ciudadanos y no al revés”, señala Jorge Nuño, secretario general de Cáritas Europa. Nuño presentó la semana pasada ante el Parlamento Europeo un informe que hace un devastador balance de la gestión de la crisis en Europa: “apenas hay crecimiento y, en cambio, la deuda es enorme y hay millones de parados”, resume un documento que recuerda que ya hay 122 millones de europeos en riesgo de pobreza. Y el daño no se circunscribe a los países rescatados ni a la zona euro. Alemania es el país donde crece más rápido la tasa de pobreza entre personas con trabajo. En Polonia, un millón de personas reciben asistencia alimentaria de Cáritas. En Reino Unido, la pobreza infantil se ha disparado. Unos datos que a Francisco probablemente le recuerden su Argentina natal, pero que tal vez no esperaba encontrarse a solo unos kilómetro del estado Vatiano.
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