Una Cámara apoyada por la gran empresa
La nueva Cámara de Comercio española ha echado a andar con una composición orgánica en la que las grandes empresas contarán con una fuerte presencia. Un tercio de los miembros del pleno, así como la vicepresidencia primera, la tesorería y la mitad del comité ejecutivo, representa a este perfil de compañía, que ha respaldado fuertemente el proyecto. El potente apoyo, tanto gubernamental como corporativo, con el que se inicia esta nueva etapa se puso de manifiesto ayer en el acto de constitución, al que acudieron tres ministros y un secretario de Estado –Luis de Guindos, Ana Pastor, José Manuel Soria y Jaime García-Legaz–, así como los presidentes de la mayoría de las empresas del Ibex 35.
La misión de la Cámara de Comercio española será gestionar los planes de internacionalización y de competitividad de nuestras empresas en el exterior. Los integrantes del organismo, así como los miembros del pleno, no recibirán remuneración, en línea con el espíritu de sobriedad y eficacia con el que este quiere actuar. La fuerte presencia de grandes empresas en su composición ha generado un cierto malestar entre la principal patronal, CEOE, así como en los colectivos de pymes y autónomos. Dado que el 99% del tejido empresarial español tiene estructura de pequeña o mediana empresa, ello puede resultar comprensible. Sin embargo, las grandes compañías españolas cuentan con un argumento de peso para ejercer el liderazgo en el proyecto: su indudable grado de presencia no solo nacional, sino en el exterior, así como de experiencia en el proceso de internacionalización. Ello no debe suponer que la hoja de ruta de la nueva Cámara se construya a la medida de la gran empresa, pero sí explica que esta tenga una presencia mayoritaria a la hora de dirigir un organismo que tiene en la internacionalización uno de sus grandes fines.
La nueva Cámara deberá coordinar la labor de las 88 Cámaras de Comercio que existen en España y de las 33 que funcionan en el extranjero, un número que –especialmente en el caso de estas últimas– hace inevitable plantear si resulta necesario mantener tantos organismos de promoción comercial en el exterior. En cualquier caso, la labor de estas entidades consiste en ofrecer servicios a todas las empresas españolas, en especial a las pymes, reforzar su salida al exterior y gestionar las partidas de financiación provenientes de los fondos estructurales europeos. La importancia de esa tarea va más allá del sector empresarial, como muestra el relevante papel de sostén que el sector exterior ha ejercido durante los peores momentos de la crisis en España y el buen comportamiento que sigue mostrando en la coyuntura actual. Por ello, reforzar y ampliar el perfil internacional de la empresa española no es solo un objetivo sectorial, sino una estrategia clave para el futuro de la economía española.