Presupuesten bien, por favor
La elaboración de un presupuesto, corresponda a la unidad económica que podamos imaginar, es un proceso técnico que requiere pericia y experiencia, porque su contenido resulta clave en la consecución de los objetivos estratégicos de la unidad económica que los ejecutará.
Y existe un amplio abanico de técnicas de elaboración de presupuestos que permiten ajustar las previsiones de gastos e ingresos para alcanzar las cifras que aseguren los objetivos pretendidos.
Las previsiones realizadas deben tratar de llevarse a cabo con un elevadísimo grado de acierto
A menudo se señala, y con razón, que los presupuestos se elaboran como una orientación, porque en la práctica algunas o muchas de las variables presupuestadas no se ajustarán posteriormente a lo que sucede en la realidad y esto tanto desde la óptica de los gastos como de los ingresos. La dificultad que entraña la previsión de determinadas partidas presupuestarias no escapa a los técnicos que confeccionan el presupuesto. Pero lo que resulta indudable es que si el presupuesto va a ser observado con absoluta seriedad, las previsiones deben tratar de llevarse a cabo con un elevadísimo grado de acierto, para lo cual existen innumerables técnicas en las que apoyarse.
Sin embargo, hay que reconocer que en general, en el desarrollo práctico de la ejecución presupuestaria, se suele ejercer una presión sobre el gasto más acusada porque da la sensación de estar más próximo y de resultar más manejable. De hecho en la mayor parte de los presupuestos se comienza a trabajar sobre las previsiones de gasto y posteriormente se estudia la fórmula de financiación del mismo. Y digo financiación, porque aunque el presupuesto debe estar equilibrado, no necesariamente serán los ingresos de la actividad los que cubrirán los gastos sino que se recurrirá en muchas ocasiones al endeudamiento para su cobertura.
En este apartado conviene señalar la diferencia entre el gasto y la inversión y la financiación o cobertura del presupuesto y la liquidez de la unidad económica que presupuesta y que son cosas bien distintas y que a menudo se confunden.
De cualquier manera, el presupuesto se convierte en una guía de obligado cumplimiento para alcanzar los objetivos estratégicos que se pretenden alcanzar, tanto en el ámbito privado como en el público aunque existen diferencias entre ambos, algunas muy acusadas y en ciertos casos, muy sensibles.
En el ámbito privado el gasto se suele planificar ajustando las grandes partidas que habitualmente se centran en los recursos humanos y en aquellos aspectos que resultan estratégicos para la compañía. En algunos casos la financiación tiene un peso muy considerable, en otros, los gastos comerciales son la partida a resaltar, cuestión que depende del sector, del tamaño y de la actividad entre otros factores.
Por tanto, en el ámbito privado, el presupuesto de ingresos se encuentra íntimamente relacionado con la proyección del negocio en las diferentes áreas en las que se desarrolla y afinar la cifra puede entrañar grandes dificultades. En esta previsión se han de tener en cuenta además de las fortalezas y debilidades de la compañía de que se trate, el entorno en forma de crecimiento económico y el posible impacto de factores externos que afectarán al resultado del planteamiento empresarial.
El hecho de que el coste de la deuda disminuya no es óbice para tratar de disminuir su cuantía
El presupuesto público, tiene otras características. El gobierno de un país administra recursos escasos y los asigna según prioridades y en general, tratando de llevar a cabo el programa económico que presentó en su propuesta electoral, corregido con la realidad imperante en cada momento.
Las limitaciones en el gasto suelen venir por ciertos compromisos adquiridos, como son las ayudas sociales, tales como la sanidad-seguridad social, subsidio de paro, pensiones y otras prestaciones relacionadas. Por otro lado hay que atender la elevada nómina pública y destinar recursos a educación, cultura, deporte, defensa, infraestructuras, industria, agricultura, turismo y diversos organismos, entre otros.
En el caso español el gasto social actual, supera el 50% del presupuesto y crece sobre el ejercicio anterior. La mayor partida presupuestaria se destina a las pensiones que superan los 130.000 millones de euros, fruto del envejecimiento de nuestra población (ver mi artículo en CincoDías La incertidumbre de la población) y las transferencia a otras Administraciones Públicas significan más de 47.000 millones, por señalar algunas partidas relevantes. Industria, Agricultura y Exteriores, dentro de los Ministerios, registran incrementos importantes, pero ya se sabe que un incremento no significa lo mismo según la base de partida.
El Tesoro va a aumentar la deuda en 47000 millones de euros y como ya he señalado (ver mi articulo en CincoDías Deuda, deuda y más deuda) superaremos el 100% de endeudamiento sobre el PIB. Los ingresos fiscales crecerán en más del 5% y es de destacar que se prevé un aumento de más del 20% en el impuesto de sociedades. Sabido es, que la recaudación impositiva está relacionada entre otros factores con el ritmo de crecimiento económico y por tanto conviene señalar que el gobierno considera que el PIB crecerá el 2%, el consumo privado superará el 2% y se creará empleo. Son perspectivas optimistas, sin duda. Se estima que el coste de la deuda disminuirá pero como ya he señalado en otros artículos en este diario, el hecho de que el coste de la deuda disminuya no es óbice para tratar de disminuir su cuantía, en lugar de aumentarla con esta disculpa.
En resumen, la elaboración de un presupuesto supone un ejercicio de previsión complejo y muy técnico para cualquier unidad económica pero resulta especialmente sensible para el Gobierno y me atrevería a decir especialmente sensible en ciertas épocas.
Las previsiones de ingresos se basan en expectativas realmente optimistas, dada la situación por la que atraviesa Europa que no termina de dar con la tecla de estimular adecuadamente la economía, caso por cierto bien diferente al de Estados Unidos.
El riesgo reside en que si no se cumplen estas expectativas optimistas, los españoles y nuestras empresas sufriremos a lo largo de 2015 una subida de impuestos por la que muchos apostamos en este momento, aun y cuando nos encontremos en épocas electorales y es que el ajuste del gasto no parece que haya sido suficiente para enfrentarnos a este presupuesto en mejores condiciones.
Cecilio Moral es catedrático de Economía Financiera de ICADE. Director del Máster en Finanzas.