Ribeiro, a la conquista de América
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen (CRDO) de vinos de Ribeiro se encuentra estos días en Puerto Rico para llevar a cabo la promoción de sus caldos en Centroamérica. Este país es una puerta de entrada hacia el mercado estadounidense, además de contar con “con altos niveles de consumo y conocimiento de los vinos blancos gallegos”, explica el presidente del consejo regulador, Miguel Ángel Viso. “El eje caribeño es el epicentro perfecto para la internacionalización de nuestros vinos”, señala el gerente de la CRDO Ribeiro, Roberto Goñi. Los nuevos responsables del equipo directivo manifiestan que así esperan abrirse a la internacionalización, ya que venden “no solo un producto, sino también una zona geográfica y su historia”.
Aunque algunos productores ya comercializan sus vinos en varios mercados mundiales, los nuevos responsables del consejo regulador han decidido impulsar el consumo del producto tanto en España como fuera del país, y cuentan con una agenda cargada de actos de promoción hasta finales de 2015. Los principales destinos nacionales del Ribeiro en España son, además de Galicia, “el área norte (Asturias y Cantabria), Madrid, Barcelona y algunas zonas de Baleares”. Las exportaciones deben aumentar, según Viso, ya que es menos de un 10% de la producción de estos vinos la que se vende fuera de España. El responsable añade que es necesario conocer bien el mercado de destino y visitar a los clientes en repetidas ocasiones. “La exportación es una carrera de fondo, no algo puntual”, ejemplifica el ejecutivo.
11 millones de botellas de vino de Ribeiro se producen cada año a partir de 15 millones de kilogramos de uva
Uno de los motivos principales por los que se están llevando a cabo iniciativas como esta es el retroceso que ha sufrido el consumo en España durante los últimos años. En el país –tercero en producción mundial de vino, solo por detrás de Italia y Francia–, el consumo ha pasado de los 30 a los 16 litros anuales por persona. No obstante, Viso recuerda que este es un producto competitivo y de calidad, y Goñi recalca que, según datos de Nielsen, “Ribeiro es una de las cinco principales marcas de vino de mayor recuerdo entre los consumidores”.
La falta de cultura del vino entre las generaciones más jóvenes es otro de los obstáculos a los que esta industria debe hacer frente. El presidente apunta que “es necesario trabajar para educar a los jóvenes en beber con moderación”. Los controles de alcoholemia y las posibles sanciones a las que se enfrentan los conductores son la tercera de las causas que dan a estos caldos un reconocimiento menor del merecido, según Viso.
Cada año se recogen 15 millones de kilogramos de uva para producir 11 millones de botellas de vino de Ribeiro. 110 bodegas –con plantillas que van desde los 2 hasta los 37 empleados– elaboran caldos bajo el sello de esta denominación. Alrededor de 6.000 viticultores trabajan en una extensión de 3.000 hectáreas de terreno marcadas por el minifundismo típico de Galicia y comprendidas entre los valles de los ríos Miño, Avia y Arnoia.
El presidente del CRDO remarca que “el Ribeiro es importante desde el punto de vista de fijación de la población y el sector del vino es clave para la economía de la provincia de Orense”. El responsable señala que es mucha la mano de obra ligada a este proceso que, en épocas de vendimia, da lugar a la contratación de personal adicional. Cada trabajador puede llegar a recoger diariamente hasta 600 kilogramos de uva de la variedad treixadura. El secreto de Ribeiro reside en sus viñedos, caracterizados por la diferenciación aportada por las variedades autóctonas de esta área geográfica que, además de la citada treixadura, incluye otras como el torrontés, el godello, el loureiro y el albariño. Esta denominación de origen también incluye vinos tintos y los llamados tostados, que se elaboran a partir de uvas secas similares a las pasas.
Unos 6.000 viticultores trabajan en una extensión de 3.000 hectáreas
Por otra parte, los pequeños productores han optado por la diversificación de sus negocios. Así, Casal de Armán ha entrado en el área de restauración y organización de eventos, como las bodas, y Viña Meín ha abierto un hotel rural junto al templo religioso de San Clodio, históricamente ligado al Ribeiro desde el siglo XII.
El Consejo Regulador de la Denominación de Origen ha firmado recientemente acuerdos con Banco Sabadell, a través del que se ofrecen buenas condiciones de financiación a los productores vinícolas, y con Seur, para el envío de pequeños paquetes de muestras dentro del territorio nacional. Así, “las cifras de negocio han aumentado y la marca Ribeiro está iniciando su proceso de profesionalización”, señalan sus responsables.
La historia y la calidad como premisas
El nuevo equipo gestor ha diseñado un plan estratégico para el trienio 2014-2016 fundamentado en cuatro grandes pilares. El primero es “la herencia histórica del Ribeiro como la denominación de origen más antigua de Galicia”. El segundo se basa en la calidad del producto, que reside en la experiencia y la labor de I+D. Los vinos de Ribeiro pretenden posicionarse por margen e intentan llegar un público amplio pero exigente. El tercero reside en la mejora continuada en el desarrollo de sus modelos de gestión empresarial y la necesidad de profesionalizar la gestión de las bodegas, divididas en tres categorías según su volumen de producción. Los colliteiros, las más pequeñas (como Manuel Formigo), producen hasta 60.000 botellas por año, mientras que las medianas llegan hasta un máximo de 300.000 por año –como Coto de Gomariz–. Esta última cifra no está estipulada oficialmente, pero es usada como referencia, y si la superan, son consideradas grandes bodegas, como la cooperativa Viña Costeira. El cuarto y último pilar reside en la imagen de marca fuerte que se pretende transmitir al consumidor final.