Una opción de financiación en auge
El auge del mercado de bonos high yield que vive actualmente en España –en lo que va de año se han emitido 5.308 millones de euros en este tipo de deuda, un 61% más que el año pasado– es la consecuencia lógica del complejo entorno económico y financiero en el que se mueve actualmente nuestro tejido empresarial. Un escenario que combina bajos tipos de interés con las dificultades casi crónicas que viven algunas empresas a la hora de obtener fuentes de financiación para acometer sus proyectos. Los bonos high yield cuentan con el atractivo evidente de ofrecer una alta rentabilidad al inversor, dado que implican también un mayor riesgo por ser emitidos por empresas con una calificación más baja. Ese es el secreto de su éxito como fuente de financiación alternativa a un mercado de crédito que lamentablemente todavía sigue sin fluir con normalidad.
A lo largo de este año se han estrenado en España once empresas en este mercado –Isolux, Grupo Antolín, Almirall, Aldesa, Elecnor, Tecnocom, Europac, Audax, Eysa, Atradius y Tubacex– a las que hay que sumar otras cuatro que podrían hacerlo antes de final de año en el MARF. En total son 17 las compañías que en 2014 han realizado emisiones de este tipo de deuda en nuestro país. Las dos mayores han correspondido a Grifols y a Isolux Corsán, mientras que la empresa que ha captado en total más recursos ha sido Abengoa, por un importe total que supera los 1.000 millones de euros.
El acceso a este mercado de deuda se ha convertido en una opción interesante y efectiva para las compañías que quieran buscar alternativas al exceso de dependencia financiera de la banca. Esa dependencia constituye un rasgo propio de la economía española, a diferencia de lo que ocurre en otros países de nuestro entorno, y supone una debilidad que se hace especialmente patente en tiempos de sequía crediticia. Para el inversor, el atractivo de esta deuda corporativa está en las altas rentabilidades que ofrece –que llegan a superar el 8%– y que cobra una relevancia extra en un entorno de bajos tipos de interés como el actual. Precisamente por ello, es importante recordar que esa rentabilidad está ligada al hecho de que se trata de deuda con un rating de calidad inferior, lo que hace aconsejable diversificar los recursos y evitar adquirir bonos de un solo emisor. Se trata, sin duda, de un tipo de inversión en el que la cautela y la profesionalización de la gestión son requisitos especialmente relevantes. Más allá de esas consideraciones, el auge de los bonos high yield no puede hacer olvidar que la recuperación del mercado de crédito en España sigue siendo no solo un objetivo deseable, sino también urgente. El tejido empresarial no puede alimentarse únicamente de deuda corporativa, sino que debe poder financiarse en el sistema bancario con fluidez y normalidad.