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El Foco
Tribuna
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Problemas de credibilidad y alguna injusticia

La discusión sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE) 2015 se produce en un momento muy peculiar. En apenas mes y medio hemos asistido a un viaje de ida y vuelta demasiado apresurado en el terreno de las previsiones económicas. Hace unas pocas semanas el ministro de Economía había anunciado que el crecimiento para este año sería del 1,5%. Unas décimas mayor que las que se contienen en el Presupuesto. No sería importante si no fuera por el hecho de que el propio Banco de España acaba de indicar en su último informe que la economía vuelve a experimentar una desaceleración con un comportamiento menos expansivo de la demanda privada. Tampoco lo sería si no fuera porque fue el propio ministro de Economía quien advertía riesgos en la recuperación española. Pero la situación no es solo peculiar por eso. A la misma vez el presidente del Gobierno hablaba de recuperación, de final de la crisis y de raíces vigorosas para caracterizar la situación económica española.

Cuando los objetivos de déficit público han sido menos exigentes las cosas han empezado a cambiar

Lo curioso es que si, como el propio Banco de España señala, la desaceleración se produce por un comportamiento menos expansivo de la demanda privada. Lo que el banco está diciendo es que la fuente de esta mejora en el crecimiento de los últimos trimestres se ha debido precisamente a la relajación de la austeridad. Cuando los objetivos de déficit público han sido menos exigentes, menos ciegamente exigentes habría que decir, las cosas han empezado a cambiar.

Por cierto, es mejor no hablar demasiado del sector exterior. Después de tanto exceso –me refiero a las declaraciones que sobre él hemos tenido que escuchar en estos años–, ahora descubrimos que con los salarios reales bajando como nunca volvemos a tener déficit comercial. Las exportaciones están creciendo al 1,7%, cinco veces menos que en 2011, y las importaciones han crecido el 8,6% y el 3,9% en el primer y segundo trimestre.

Mientras tanto en Europa, en los cuatro últimos años, las economías de la eurozona han visto reducir su población ocupada en 1,5 millones de personas, mientras que en Estados Unidos se creaban más de siete millones de nuevos empleos. Hasta a los países europeos con moneda propia les ha ido mejor. En ellos se han creado 2,5 millones de empleos en estos años de austeridad ciega. O de ceguera sin más.

Sin embargo, es bueno recordar ahora que –vivir para ver– el discurso parece estar cambiando. Ahora, instituciones como la OCDE y el FMI parecen estar preocupadas por el avance de la pobreza y la desigualdad en los países avanzados más afectados por la crisis.

Hasta la propia devaluación salarial comienza a ser cuestionada. Después de haber insuflado a base de desempleo y de nuevas regulaciones que lo estimulaban el mayor descenso en los salarios reales conocido en democracia. Ahora hay preocupación por el impacto en el consumo y en la demanda privada de la reducción salarial practicada en España en estos años.

Para valorar los PGE 2015 es mejor repasar cómo van los principales agregados en el año actual.

Nuestro déficit, hoy terminando en el entorno de 5,8, es 3 puntos más –o el doble, dicho de otra forma– que el que pronosticaba el Gobierno hace dos años. Ojo, no estoy pidiendo más rigor, lo que digo es que si estamos hoy así, no quiero pensar lo que hubiera sido de este país y de Europa entera si los halcones del déficit se hubieran salido con la suya. Menos mal que se equivocan y siempre terminan dejándonos un poco más de margen. Para que no nos ahoguemos tan pronto.

Lo más difícil de asumir es que el gasto en prestaciones por desempleo se reduzca nada menos que un 15%

Pero, por si alguien todavía creía en esto de la austeridad expansiva, ahora se nos anuncia una rebaja fiscal con un coste recaudatorio de casi 4.000 millones en 2015. ¿Pero no decían que lo expansivo era la austeridad? ¿Por qué ahora se predica lo contrario? ¿Por qué el concurso de la política fiscal en un país como España, que tiene una de las más bajas capacidades recaudatorias de Europa, tiene que consistir en reducir impuestos de manera desigual como se plantea en estos PGE?

Las preguntas se suceden en este contexto: ¿es razonable con los datos de crecimiento durante el segundo trimestre en Alemania, Francia e Italia la expectativa de crecimiento del PIB? Europa está al borde de la deflación y en España hace algunos meses que lo estamos. ¿De verdad es probable el cumplimiento de este objetivo?

Y sobre todo, ¿es razonable fijar unos ingresos tributarios que crecen el 5,4% respecto a lo que se recaudará este año? ¿Creciendo al 2% y con una rebaja fiscal prevista en 2015, será posible que los ingresos crezcan a esa tasa? Lo mismo ocurre con las cotizaciones sociales, cuyos ingresos se prevé que crezcan nada menos que al 6,8%. Hoy, creciendo la afiliación al 2%, los ingresos apenas han crecido el 1%.

¿Qué es lo más difícil de asumir de este Presupuesto? Nada de lo apuntado hasta ahora. No. Lo más difícil de asumir es que el gasto en prestaciones por desempleo, que está bajando porque nuestro sistema cada vez protege a menos personas en paro, se reduzca nada menos que un 15% (el 14,9% exactamente).

Tenemos a 3.300.000 personas paradas que no tienen ninguna protección. Es el mayor nivel de nuestra historia y llevamos instalados en él año y medio. En España hay casi 2 millones más de parados sin protección que los que había en enero de 2010. Lo que el Gobierno plantea es seguir reduciendo el gasto en desempleo (en más de 4.000 millones de euros) a la vez que plantea una reducción fiscal para las capas de ingresos más altas que cuesta casi lo mismo, unos 3.700 millones. Esto es lo que en mi opinión resulta inasumible bajo cualquier circunstancia.

Valeriano Gómez es portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Socialista.

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