Los atormentados test de estrés
Se suponía que la naciente unión bancaria de la zona euro acabaría con el ciclo fatal por el cual los bancos en problemas pusieron en peligro a los países débiles, y viceversa. Su primera tarea era realizar un test riguroso de la cantidad de capital con la que cada entidad crediticia podría contar en escenarios adversos. Pero el ejercicio del nuevo supervisor bancario único podría reforzar, en vez de aflojar, la dependencia entre estado y entidades financieras.
Las pruebas, cuyo lanzamiento está programado para el 26 de octubre con la participación del Banco Central Europeo, someterán a los prestamistas de la unión monetaria a un shock macroeconómico genérico. Estos tendrán que demostrar que su capital core Tier 1 ascendería después de ello a por lo menos un 5,5% de sus activos ponderados por riesgo. Pero el mecanismo único de supervisión (SSM, por sus siglas en inglés) del BCE, que regulará directamente a los grandes bancos europeos a partir del 4 de noviembre, ha dado su conformidad para que este paso sea más fácil, según una persona conocedora de la situación.
La excepción se refiere a los créditos fiscales diferidos (DTC), es decir, al dinero que los gobiernos deben a los bancos cuando han registrado pérdidas en años anteriores. Los reguladores nacionales en Europa han encontrado una forma de evitar las reglas de capital de Basilea III que demandan que una variante de estos, los llamados activos fiscales diferidos (DTA), sean eliminados de las cuentas de capital de los bancos en 2018. Los DTA en general, solo entran en juego una vez que un banco se vuelve más rentable –por lo que no deberían contabilizarse como capital para absorber pérdidas–.
Permitir los DTC no solo debilita la credibilidad de la prueba. También restaura el vínculo entre los gobiernos y sus bancos. Es cierto que en algunos casos, se hacen intentos para salvaguardar las finanzas de los ejecutivos al permitirles tener una participación en la entidad crediticia afectada. Pero tal y como como el propio BCE advirtió en una nota de opinión el 3 de septiembre, sería más beneficioso que los bancos lograran el capital que necesitan de forma privada. El mecanismo único de supervisión bancaria del banco central tiene el poder de imponer normas más estrictas por motivos cautelares, si quisiera. No ha sido así.
El BCE debe ser duro como supervisor bancario, pero teme a la deflación como banco central
Hay dos factores para apuntar del motivo. Uno es que en este momento, el BCE se debate entre sus dos conflictivos roles. Como supervisor bancario, debe ser duro en lo referente al capital. Como banco central, teme a la deflación y quiere impulsar el crédito en la zona euro –lo cual será difícil si las necesidades de capital de los bancos empujan a una nueva ola de desapalancamiento–. Hay una muralla china teórica entre dirección del mecanismo supervisor y el consejo de gobierno del BCE, encargado de la política monetaria, pero sería extraño que el primero complicara aún más el trabajo de este último –sobre todo porque existe un cierto solapamiento entre los dos en términos de personal–.
Pero hay otro problema. Aunque el fuerte consejo del mecanismo único de supervisión está presidido por Danièle Nouy, que defiende la dureza, 18 de sus miembros son representantes de los reguladores nacionales. O bien ya aceptaron los DTC como capital, o podrían aceptarlo a cambio concesiones que pudieran ayudar a su propio sistema bancario.
La evaluación exhaustiva general que llevará a cabo el mecanismo de supervisión todavía debería ir un paso más allá. Unificar la definición de morosidad en toda la zona euro debería al menos hacer que el denominador de la ratio de capital fuera creíble –y que las comparaciones fueran posibles–.
Una vez realizada la prueba, el nuevo supervisor todavía podría imponer requisitos de capital adicionales a los bancos atiborrados de DTC.
Sin embargo, cualquier intento de endurecer los test todavía tendría que pasar por el consejo del mecanismo único de supervisión. Y al permitir que los bancos tengan “capital” que los vuelve a unir a la órbita de su propio estado, las pruebas de estrés serán menos significativas de lo que podrían haber sido. Peor aún, los inversores podrían continuar tratándolos con recelo.