El enemigo del taxista al que adoran los inversores
Uber sigue su expansión mundial pese a los titubeos de los reguladores y la oposición de los profesionales
Los nuevos formatos de economía colaborativa han sido toda una revolución para los consumidores, un dolor de cabeza para los reguladores y, sobre todo, un gran problema para los formatos tradicionales de consumo. Pero ha sido en el transporte por carretera donde la aparición de estos modelos ha generado un mayor número de conflictos. Uber, autoproclamada como la gran revolución del transporte en las grandes ciudades, ha conseguido levantar en su contra a todo el gremio taxista en todas las ciudades en las que comienza a operar. Pero, lo que es más importante para su actividad, también ha convencido a inversores y clientes.
La compañía estadounidense, como tantas otras tecnológicas nacida al calor del estado de California, comenzaba sus actividades esta misma semana en Madrid, después de estar operativa en Barcelona desde abril. Entre agosto y septiembre Uber ha conseguido ampliar su radio de actividad a 200 ciudades de 45 países diferentes, cuando hasta hace cuatro meses su presencia se reducía a la mitad de urbes. Una expansión meteórica que de momento no ve techo, y que contrasta con el año que tardó en salir de San Francisco, pionera, e iniciarse en una segunda ciudad de EE UU.
Según su consejero delegado, Travis Kalanick, Uber crea 20.000 empleos nuevos al mes a través del alta de nuevos conductores, la facturación de la empresa se dobla cada seis meses, y en ese mismo periodo el número de viajes se multiplica por cinco. Pese a no hacer públicos sus datos de facturación y beneficio, los inversores ya le han dado una valoración de 18.200 millones de dólares, lo que le pone al mismo nivel de WhatsApp, y al doble de la valoración de DropBox. En una ronda de captación de capital convocada en junio, Uber logró recolectar 1.200 millones de dólares de inversores institucionales, fondos como Fidelity o BlackRock o firmas como Google Ventures, el brazo inversor de la tecnológica y que ya aportó 258 millones de euros en agosto del año pasado. Pero, pese a atraer inversores cada vez más potentes, Uber es la empresa más valorada financiada en su mayoría por capital riesgo.
La compañia, que con su aplicación móvil permite al usuario disponer de un vehículo con conductor para sus traslados en pocos minutos pagando una tarifa, tiene a su favor el amplio especto del mercado al que se dirige. Está presente en 55 de las mayores 100 ciudades del mundo, cifra que crece de manera progresiva, y permite acceder a un transporte en pocos minutos. Kalanick afirmaba en una entrevista a The Wall Street Journal que la misión de Uber “convertir el transporte terrestre en un servicio continuo. Que tener un coche en propiedad sea cosa del pasado”.
Las cifras
45 países son los que disponen en este momento de acceso a Uber. Es en EE UU donde acumula una mayor actividad, estando presente en 112 ciudades.
3 € es la tarifa mínima para cualquier traslado a través de Uber tanto en Madrid como en Barcelona. El ‘taxímetro’ particular del servicio aumenta 15 céntimos por minuto y 65 por kilómetro.
850% aumentaron las descargas de Uber en ciudades como Londres el pasado 11 de junio, día en que los taxistas de la capital británica, París, Berlín, Madrid o Barcelona paralizaron sus servicios.
3 son las ofertas de trabajo abiertas de Uber en Madrid y Barcelona: una de responsable del negocio local en la primera, y dos, de comunicación y mánager logístico, en la segunda.
Pero, aunque parezca no importarle demasiado, a medida que Uber crece le salen nuevos enemigos. La prohibición del servicio planea de manera constante, y es efectiva, por ejemplo, en Bélgica. También lo fue durante unos días en Alemania, el país europeo en el que tiene mayor presencia. La Audiencia provincial de Fráncfort suspendía por procedimiento urgente el servicio en todo el país al no ajustarse a la ley de transporte de personas del país, medida que revocaba el tribunal regional de la misma ciudad al no apreciar necesaria dicha urgencia. Allí, como en Francia, Reino Unido o España, las movilizaciones del gremio de taxistas reclamando la ilegalidad del servicio han sido constantes, al igual que los choques entre éstos y los usuarios y conductores de Uber.
La Federación Profesional del Taxi de Madrid ya ha anunciado “medidas contundentes” tras la llegada del servicio a la capital. Organizaciones similares de Alemania, Holanda, Bélgica, Finlandia, Austria, Suecia y Francia han acordado actuar de manera conjunta para denunciar el servicio ante la Unión Europea, que de momento se mantiene firme en su decisión de no acoimeter mayores regulaciones. La vicepresidenta de la Comisión Europea, Neelie Kroes, afirmó por ejemplo sentirse “indignada” ante la prohibición belga. Uber acomete ahora una ambiciosa expansión asiática. Su llegada no pasará desapercibida.
Desarrolla un servicio de mensajería
Después de haber dado la vuelta al transporte de pasajeros en la ciudad, Uber apunta ahora a un sector al alza en una época en la que el comercio electrónico multiplica sus posibilidades de negocio: el logístico. Bajo el nombre de Uber Rush, el servicio consiste en la recogida y traslado de paquetes con el mismo sistema que el Uber original: la aplicación móvil, pero en este caso en bicicletas. De momento solo está disponible en algunas zonas de Nueva York.
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