Referéndum en Escocia: ¿Y si gana el sí? Efectos económicos de la independencia
Probablemente sea el día más importante para Reino Unido desde su ingreso en la Comunidad Económica Europea (1973). Después de una historia conjunta de 307 años, los escoceses han acudido a las urnas para votar en referéndum si quieren independizarse de ingleses, galeses y norirlandeses. En juego hay mucho más que el futuro político de una región con algo más de cinco millones de habitantes y un arraigado sentimiento nacional. La consulta, si gana el sí a la independencia, deja abiertos numerosos interrogantes.
¿Cuál sería la moneda de una Escocia independiente? ¿Qué pasaría con su relación con la Unión Europea? ¿Cómo repartirían Londres y Edimburgo los debes y el haber de su tricentenario matrimonio? ¿Mantendrán los ingleses algún derecho sobre los yacimientos de petróleo del Mar del Norte? ¿Cómo afectará el resultado a otros movimientos independentistas europeos? ¿Cumplirán su palabra los grandes bancos que operan en Escocia de trasladar parte de sus operaciones a la City londinense?
Las incertidumbres que se ciernen sobre la independencia no gustan a los mercados financieros ni a las grandes corporaciones. Desde la publicación hace una semana de varios sondeos que por primera vez daban por ganadores a los separatistas, tanto la Bolsa de Londres como las de las principales plazas europeas han sufrido una corrección de cerca del 5%. Eso, a pesar de que la opción de ‘no’ sigue apareciendo como la virtual ganadora. En las casas de apuestas por Internet, la probabilidad de que se impongan las tesis unionistas se estima en el 77%, frente al 23% del independentismo.
En cualquier caso, el principal factor es la divisa. Londres sostiene que si Escocia se independiza, tendrá que dejar de usar la libra, decisión clave en su política disuasoria. En Escocia los partidarios del sí apuestan por seguir usando la libra (el 70% de las “exportaciones" va al resto del Reino Unido) y consideran que se podría negociar a posteriori un pacto. Pero no hay ningún acuerdo al respecto, y simplemente el hecho de no saber qué moneda usaría una eventual Escocia independiente allá por 2016 (es para cuando se planea la soberanía en caso de victoria hoy) ya es un factor de riesgo de primer orden.
Cabe recordar lo que sucedió en España en los peores momentos de la crisis del euro, cuando estaba en cuestión la mera existencia de la moneda (o la pertenencia de España a ella): los inversores vendía activos, los depósitos bancarios se iban a refugios seguros y los especuladores apostaban contra España. Como señala Goldman Sachs, la propia amenaza de ruptura de la unión monetaria es un gran incentivo para los inversores.
La situación es más complicada para Edimburgo por el fuerte componente financiero de su economía. Los activos bancarios son 12 veces el PIB, más que España, Islandia o Irlanda en el pico de sus burbujas. Ante el riesgo de que los depósitos en libras pasen a estar denominadas en otra divisa, los ahorradores podrían llevarse su dinero a Londres, con los que bancos tendrían que ofrecer tipos de interés muy elevados para evitar una fuga de depósitos que quiebre el sistema. Credit Suisse considera que un nuevo banco central no tendría las reservas suficientes como para proveer un sistema de garantía creíble, y la firma alemana Scope Ratings apuntaba a "la falta de claridad respecto al futuro esquema del fondo de garantía de depósitos”.
Aún así, el fondo de garantía de depósitos de Londres apunta que la normativa europea establece garantías sobre los primeros 100.000 euros de cada depósito, garantía que estaría en vigor mientras Escocia pertenezca al Reino Unido. Queda por ver qué sucedería a partir de 2016.
Además, los dos principales bancos escoceses han dicho que trasladarán a Londres su sede si llega la independencia (el primer accionista del RBS es, de hecho, el Tesoro británico), y otros gigantes como Standard Chartered o Scottish Widows han abogado airadamente por mantener la situación actual. El sector de banca y seguros supone el 13% del PIB y el 7% del empleo escocés.
Edimburgo tiene menos bazas en la negociación. La deuda pública del Reino Unido está garantizada por el Tesoro de Londres, pase lo que pase en Escocia. El plan del Tesoro es pactar que Escocia se haga cargo de parte la parte correspondiente de esta deuda: el acreedor sería Londres que, a su vez, sería el deudor de los inversores. Pero Edimburgo ha amenazado con no responder por esta deuda si gana el sí y no hay pacto por la independencia. Las negociaciones serán, sin duda, complicadas.
El petróleo del Mar del Norte sería otra cuestión sobre la mesa. El 90% del petróleo británico se extrae en costas escocesas, aunque lógicamente Londres no da por hecho que esas reservas, aun menguantes, queden en manos del nuevo Estado. En resumen: más negociaciones.
Tantos interrogantes sobre la mesa tendrían un serio efecto de corto plazo, aun en el caso (probable) de que las autoridades financieras británicas tengan planes de contingencia para evitar una tormenta bursátil a gran escala: al fin y al cabo, es de las pocas veces en las que se puede predecir un evento así. El equipo de análisis de Bank of America-Merrill Lynch ha calculado que un hipotético triunfo del ‘sí’ provocaría un impacto negativo sobre el Producto Interior Bruto (PIB) británico de hasta 50 puntos básicos
Los expertos de Goldman Sachs han advertido que, en caso de mantener la libra, “la amenaza de disolución de una unión monetaria con Escocia es creíble”, explica el banco de inversión en un informe. Y recuerda los problemas por los que ha atravesado la zona euro, que han mostrado la necesidad de una integración fiscal y financiera. Por lo demás, todos los bancos de inversión consideran que, en el largo plazo no hay motivos por los que pensar que Escocia no sería un país próspero.
En el ámbito político las consecuencias tambien serían de primer orden, tanto en Londres como en Bruselas. De entrada, los escoceses son el electorado más progresista y europeísta de Reino Unido, mientras que para los conservadores son un páramo electoral: dice el chiste de esta semana que hay más osos panda en Edimburgo (dos) que diputados tories escoceses en Westminster (uno). La independencia dejaría un partido laborista destrozado y un partido conservador más euroescéptico.
La tensión por el resultado de la consulta será tan intensa en la City londinense como en Edimburgo o Glasgow. De hecho, las firmas de inversión han previsto un refuerzo de sus equipos de negociación de valores, especialmente los especializados en divisas, para que cuando se conozcan los resultados (esta madrugada) puedan reaccionar con rapidez. “Queremos estar preparados para dar servicio a nuestros clientes por lo que pueda pasar, así como gestionar nuestras propias posiciones”, explica un portavoz de Credit Suisse, que mantendrá a su equipo de renta fija de Londres. Esta noche será muy larga tan larga para los escoceses como para los traders.