Las turbulencias de agosto convierten a la deuda periférica en valor refugio
El verdadero estado de salud de la economía de la zona euro se ha convertido este mes de agosto en el principal foco de inquietud de los inversores. La recaída en recesión de Italia, la contracción del PIB alemán y la drástica rebaja en las previsiones de crecimiento de Francia han puesto en duda el discurso de recuperación y salida de la crisis en Europa mantenido por gobiernos e instituciones en los últimos meses. La amenaza de deflación persiste y se añaden ahora unos riesgos geopolíticos ausentes en el primer trimestre, especialmente el conflicto en Ucrania.
Este nuevo entorno de incertidumbre se ha dejado notar en la Bolsa pero ha pasado por alto a la deuda soberana europea, incluida la periférica que estos días, lejos de reflejar inquietud por el crecimiento, renueva mínimos históricos en rentabilidad. El nerviosismo del mercado bursátil colocó de nuevo al bono alemán a diez años, activo refugio por excelencia, al frente de las preferencias de los inversores. Su rentabilidad ha caído por primera vez del 1%, mientras el papel a plazos más cortos marca tipos negativos, como ha sido el caso del bono a dos años.
Pero el fenómeno no se limita solo a la deuda considerada tradicionalmente como más segura sino que se extiende a la deuda de los países periféricos, en otro tiempo la más castigada en la zona euro.
Los hitos en rentabilidad se suceden estos días. Las letras españolas a tres meses marcan por primera vez en su historia tipos de interés negativos, la referencia que vence en septiembre se ha situado en el -0,058% y hay referencias a mayor plazo también en negativo. El bono a diez años descendió ayer por debajo del 2,4%. La rentabilidad del bono italiano a diez años marca nuevos mínimos en rentabilidad en 2,5% y desciende con rapidez desde el 2,8% de hace dos semanas, cuando se conoció la recaída en recesión de su economía. El rendimiento del bono irlandés a una década se adentra por debajo del 2% y establece un nuevo récord en el 1,87%. Y la deuda portuguesa, ajena a la caída y rescate del banco Espírito Santo, renta el 3,22% a diez años, frente al 3,85% de hace dos semanas.
“La deuda soberana se ha convertido en activo refugio, y también la periférica, donde está entrando dinero estos días”, señala Javier Casal, subdirector de la mesa de deuda pública de Ahorro Corporación. “Se ve a la deuda periférica, y a la española, con otros ojos. Con el bund por debajo del 1%, tiene sentido adquirir deuda española al 2,4%. Podemos estar tranquilos en estos niveles”, coincide Germán García, gestor de renta fija de Banco Madrid.
El volumen de negociación en el mercado de deuda pública se reduce notablemente en agosto, pero la inversión ha seguido llegando. La clave la tiene una vez más el BCE y la lluvia de liquidez. Con unos tipos en mínimos del 0,15%, que seguirán estando a bajo nivel por un largo período de tiempo –según advierte Mario Draghi– y con la expectativa de que el BCE active un programa de compra de activos QE que llegara a incluir a la deuda soberana –aunque ahora no esté previsto–, los inversores tienen argumentos para mantener su apuesta por la deuda europea, también por la periférica.
La curva de tipos de interés de la zona euro cada vez se distancia más de la de Estados Unidos y Reino Unido, donde ya hay voces dentro de sus respectivos bancos centrales que abogan por un alza del precio del dinero. Los expertos ni siquiera contemplan que el alza de rentabilidad en los plazos largos que supondrá una subida de tipos en EE UU se contagie a la deuda europea de mayor calidad. Así, Citi prevé que el rendimiento del bund caiga al 0,75% a finales de año.
El fin de las compras de deuda por parte de la Fed previsto para el próximo octubre puede ser otro elemento que canalice la inversión en deuda hacia la zona euro, frente al alza de rentabilidades para el que se prepara EE UU. “En el bono español, el referéndum soberanista en Cataluña puede añadir volatilidad”, advierte García.