Bunga, Bunga !!
“Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir.”
Honoré de Balzac
En mi reciente estancia de verano en Londres aproveche para dar una vuelta por el barrio de Bloomsbury. En el número 46 de la Bedford Square (y en varias calles colindantes) nació un grupo de artistas y escritores y pensadores que pasó a la historia como el Grupo de Bloomsbury. Esta casa fue alquilada por los hermanos Stephen, tras la muerte de sus padres, y fue donde comenzaron las reuniones que dieron origen al grupo.
Todo giraba en torno al mayor y más carismático de los Stephen: Thoby (conocido como el gótico) a los que cabría añadir a sus hermanos Vanessa (posteriormente Vanesa Bell), Virginia (conocida como Virginia Wolf) y Adrian. El cambio de barrio fue una liberación para todos ellos, tanto en lo personal como como en lo artístico e intelectual. Esta liberación dejó una profunda huella en la manera de ser y existir del grupo.
Allí acudían todos los jueves, el escritor Lytton Strachey (primo de los Stephen), el crítico literario Desmond MacCarthy, el erudito taciturno Saxon Sydney-Turner y el crítico de arte Clive Bell (que acabaría casándose con Vanessa). Los economistas John Maynard Keynes y Leonard Sidney Woolf (que acabaría casándose con Virginia), el pintor Duncan Grant y el crítico y pintor Roger Fry llegaron más tarde. Posteriormente Vanessa inauguró un grupo los viernes para discutir sobre arte.
También formaron parte del grupo, entre otros, la pintora Dora Carrington, los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, el hispanista Gerald Brenan y el novelista Edward Morgan Forster.
A pesar de su aparente heterogeneidad, compartían algunos temas que los mantenían unidos como era un cierto rechazo hacia la clase media alta (a la que pertenecían), la religión y la moral victoriana. Sin embargo, todos se consideraban miembros de una élite intelectual ilustrada, de ideología liberal y humanista (su origen estaba en el Trinity College de Cambridge y en el King's College de Londres). Propugnaron especialmente la independencia de criterio y el individualismo. Dentro del grupo hubo intensas relaciones intelectuales, emotivas, personales. Los matrimonios y los escarceos sexuales[1] entre sus miembros fueron muy habituales.
Hoy empieza una las citas económicas más esperadas del verano. Como cada final de agosto desde 1978, los principales banqueros centrales y altas personalidades del mundo económico se reúnen, invitados por la Reserva Federal de Kansas, en un pequeño pueblo de Wyoming durante un largo fin de semana para debatir acerca de la situación económica mundial. Se trata del simposio de Jackson Hole, una pequeña localidad de menos de 10.000 habitantes que durante unos días se convierte en el foco de atención internacional.
Cuando pienso en Jackson Hole me acuerdo del episodio conocido como "Gran timo del Dreadnought". Se trata de un engaño llevado a cabo por varios miembros del Grupo de Bloomsbury. El episodio sirvió para dar a conocer la existencia del grupo y poner en evidencia la vanidad, falsa grandiosidad e ineficiencia de la marina y la administración británica de la época.
El artífice de la idea fue el poeta Horace de Vere Cole y contaba con la colaboración de Guy Ridley, el naturalista Anthony Buxton y el psiquiatra Adrian Stephen. Dos días antes del episodio, se sumaron a la trama el pintor Duncan Grant y la escritora Virginia Woolf.
Para hacerse pasar por príncipes etíopes y evitar que fueran reconocidos, se disfrazaron con turbantes y maquillaron su piel. Virginia incluso se vistió como hombre para lo cual, tuvo que cortarse el pelo. Su hermano Adrian hizo el papel de "intérprete" (un alemán llamado Herr Kauffmann) y Cole se asignó el papel clave de representante del Foreign Office (Herbert Cholmondeley) que acompañaba al grupo en su gira por el Reino Unido.
La broma empezó en la estación londinense de Paddington a donde Cole y la "comitiva real", acudieron para solicitar un tren especial, que le fue asignado por el jefe de estación. Un telegrama enviado a los oficiales del barco avisaban de la llegada de la "comitiva real" al buque Dreadnought (que da nombre al caso) y se indicaba que debía estar preparado para la visita de un grupo de príncipes de Abisinia. El telegrama estaba firmado por el subsecretario del Foreign Office Sir Charles Hardinge[2].
Los "príncipes" fueron recibidos con una guardia de honor, alfombra roja, banda de música, vestimentas de gala y un coche especial les estaba esperando para llevarlos al puerto. Una vez que la comitiva real llegó al acorazado, fueron recibidos por el almirante Sir William May, Comandante de la Home Fleet, que les rindió honores [3].
Acto seguido, pasaron revista a una guardia que formaba frente al barco y fueron conducidos al interior del buque. Mientras lo inspeccionaban, para mostrar sus apreciaciones, se comunicaban en una mezcla de suahili improvisado junto con trozos de citas de Homero y Virgilio que pronunciaban de forma que no fuese reconocible, de vez en cuando, se detenían y exclamaban "bunga bunga", como muestra de admiración ante las novedades que se les presentaba.
Pidieron alfombras de oración y ofrecieron falsas condecoraciones militares a algunos de los oficiales tras lo cual el grupo abandonó el buque mientras sonaba el himno inglés y tomaron el tren de vuelta a Londres.
Una vez terminado el engaño, Horace de Vere Cole contactó con la prensa y envió una foto de los "príncipes" al Daily Mirror, haciendo público el engaño.
NOTAS:
[1] Ente 1908 y 1911, Maynard Keynes vivió con su amante, el artista Duncan Grant después que éste dejara a Lyton Strachey. Más tarde, Duncan Grant se convertiría en pareja sentimental y artística de Vanessa Bell y padre de su hija, Angélica. Por su parte Keynes se casaría con la bailarina rusa (miembro de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev) Lydia Lopokova.
[2] La identidad real del remitente jamás fue revelada. Sir Charles Hardinge, subsecretario del Foreign Office en aquel momento, no sería informado del engaño hasta varios días después
[3] Como curiosidad, no pudieron encontrar una bandera de Abisinia o no supieron distinguirla de la de Zanzíbar, por lo que utilizaron ésta última y tocaron el himno nacional de ese país.