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Columna
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China examina a los economistas

¿Es estable la economía de China o se tambalea? Las oscilaciones en el crédito y la inversión de los últimos datos sustentan opiniones encontradas. En términos generales, parece que las cosas van por buen camino, pero la incertidumbre puede ser perjudicial si socava la confianza de consumidores y depositantes.

En el sistema financiero, los mensajes contradictorios llegan rápido y en cantidad. Julio fue el peor mes para los nuevos préstamos desde 2009. Suena desastroso. Sin embargo, la financiación total de enero a julio que se suele mantener plana en términos interanuales, ha subido un 21% en los últimos dos meses. Eso hace que sea posible discutir si el banco central está limitando el crédito, o si está alentado la financiación para crecer.

El banco central afirma que el descenso no es motivo de alarma. El mensaje tranquiliza, pero el hecho de que el Banco Popular de China rompiera su hábito de mantener el silencio sugiere estrés. Igualmente, los dos billones de yuanes (unos 243.000 millones de euros) en depósitos que salieron de los bancos en julio podrían ser una señal de tensión financiera, o poner de manifiesto que las entidades adornaron sus balances en el mes anterior.

En la economía real, casi todos los indicadores importantes se desaceleraron en junio y julio, incluyendo las ventas minoristas, la producción industrial y la inversión fija. Pero es igualmente fácil pintar un panorama más alentador. La inversión en cosas que China utiliza –ferrocarriles, tratamiento de aguas e infraestructura ambiental– creció rápidamente. Los sectores que caen, como el inmobiliario, la minería, y la industria pesada, son probablemente prescindibles.

Realmente no importa lo que piensen los economistas, sino los consumidores y los depositantes. Los índices trimestrales de confianza del banco central sugieren que las sensaciones relativas a los ingresos futuros son las peores en más de una década. Las expectativas son la parte más importante de la economía, y la más difícil de manejar. Si los ciudadanos están inquietos, hay motivo para preocuparse.

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