Ola de rebajas fiscales para atraer a empresas
El impuesto sobre sociedades se ha reducido de media 12 puntos desde 1995 Trece incrementaron en el último año el IVA y ningún Estado se ha atrevido a bajarlo
En el último año, 23 países en el mundo han optado por rebajar el tipo del impuesto sobre sociedades. Es una de las conclusiones de un informe publicado por KPMG, que evalúa las tendencias tributarias globales tras analizar 130 Estados. Entre los países que han seguido esa política se encuentran Dinamarca, Japón, Noruega, Portugal, Suiza, Suecia, Sudáfrica, Ucrania o Reino Unido. España se unirá a este club a partir del próximo año, cuando empezará la rebaja en dos fases de su tipo nominal que hoy alcanza el 30%.
“La complejidad de aplicar leyes fiscales nacionales a empresas que operan a escala internacional plantea problemas. Muchos países tratan de aprovechar sus sistemas fiscales para competir a la hora de atraer inversión y crear puestos de trabajo”, sostiene Alberto Estrelles, socio responsable del área de impuesto sobre sociedades de KPMGAbogados. Es cierto que el tipo impositivo no es el único elemento –y muchas veces tampoco el más importante– que influye en la cuota a pagar en las empresas, sin embargo, es el más visible para las compañías.
Aun así, el informe señala que nueve países –Albania, Chile, Chipre, Grecia, India, Israel, Luxemburgo, Serbia y Eslovaquia– han incrementado el impuesto. Son casos que escapan de la tendencia generalizada que se observa claramente al analizar la evolución del tipo del impuesto sobre sociedades en la UE. En 1995, el gravamen medio sobre los beneficios empresariales ascendía al 35% y en 2014 se encuentra en el 22,9%. Una rebaja de doce puntos que no se ha registrado en ningún otro tributo. El tipo marginal máximo del IRPF se ha reducido en ese mismo período 7,8 puntos, del 47,2% al 39,4%.
A diferencia de las empresas, los asalariados no tienen la posibilidad de presionar con deslocalizaciones para ver reducido su tipo impositivo. “El impuesto sobre sociedades nunca será eliminado. Los beneficios de las entidades siempre tributarán. Es una demanda de los Gobiernos y los ciudadanos de a pie y no se entendería que no fuera así. Dada la globalización de las empresas y el hecho de que la recaudación de impuestos se realiza en cada país, el debate se centra en cómo habrá que distribuir los beneficios sujetos a tributación entre las distintas jurisdicciones”, apunta Estrelles.
Los países actualmente se encuentran en que por un lado debe reducir la fiscalidad para atraer empresas y por el otro fijar mecanismos antielusión que eviten la pérdida de recaudación a través de planificaciones fiscales agresivas.
La tendencia de reducir la fiscalidad directa contrasta con las medidas adoptados en los impuestos sobre el consumo. El informe de KPMG refleja que, en el último ejercicio, trece países han optado por elevar el IVA. Y, lo que más llama la atención, es que ningún Estado ha aprobado una rebaja en el principal impuesto indirecto que existe en la mayoría de países. En la UE, el gravamen medio de IVA se situaba en el 19,3% en 1995 y hoy alcanza el 21,5%. España ha seguido la tendencia mundial. De hecho, el IVA español no se ha rebajado nunca desde que se implementó en 1986 y con un gravamen del 12% que actualmente ya asciende al 21%. Y hay voces que reclaman elevarlo más. El socio responsable del área de tributación indirecta de KPMG Abogados, Celso García, destaca que los impuestos como el IVA son más estables en el tiempo y se recaudan con mayor rapidez que los tributos que gravan los beneficios empresariales.
La carga fiscal que no se ve, pero existe
El informe de KPMG presta atención a los costes indirectos de la fiscalidad que no se reflejan en las estadísticas oficiales. Es decir, el tiempo y el personal que deben destinar las empresas a cumplimentar sus obligaciones tributarias. En este sentido, el IVA es, con diferencia, el tributo que más dolores de cabeza ocasiona a las empresas. Y eso que, en principio, se trata de un impuesto neutral para las compañías en la medida en que recae sobre el consumidor final.
Las empresas, en este caso, actúan como recaudadoras de Hacienda, es decir, ingresan el impuesto que ha abonado el cliente. En operaciones entre compañías, el IVA que una empresa repercute es deducible para la otra parte. Todo ello genera unos elevados costes de gestión, que se agudizan en caso de transacciones internacionales.
“En términos generales, el grado de complejidad en el área de los impuestos indirectos va en aumento”, señala el estudio de KPMG, que recuerda que cada vez más empresas opta por externalizar la gestión al “carecer muchas de ellas de los profesionales, procesos y tecnologías adecuadas para gestionar de forma correcta los retos que plantean los impuestos indirectos”. El socio responsable del área de tributación indirecta de KPMG Abogados, Celso García, alerta de los cambios constantes que se producen en la regulación del IVA.