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Columna
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El Supremo se une a Tesla

El Tribunal Supremo de Estados Unidos se une a Tesla Motors. El más alto tribunal dictaminó por unanimidad el jueves que las ideas abstractas, incluso si se ejecutan a través de un ordenador, pueden ser libremente adoptadas. Elon Musk, por su parte, abrió la semana pasada la tecnología de su fabricante de automóviles eléctricos. Ambas decisiones propagan un mensaje importante al mundo vicioso de la lucha de patentes: compartir, no atesorar.

Aunque los jueces han seguido un precedente, desalentar los litigios derrochadores estaría probablemente en sus mentes. Este tipo de demandas han costado a las empresas miles de millones de dólares al año, y su mera amenaza ha hecho subir el precio de las patentes.

El alto tribunal de la propiedad intelectual de Estados Unidos, el Circuito Federal, merece la culpa de bendecir las patentes en métodos comerciales, observaciones médicas simples y otros conceptos difusos que alientan los litigios. El Tribunal Supremo ha intentado en varias ocasiones frenar a esta corte.

Musk es un aliado potente, o uno completamente altruista. La apertura de Tesla IP debería acelerar el desarrollo de baterías, estaciones de repostaje y otra tecnología integral para el éxito de la industria –y, por lo tanto, de Tesla–. El fabricante de automóviles todavía puede utilizar las patentes como ventaja frente a demandas por infracción.

Sin embargo, al igual que el fallo del Tribunal Supremo, el movimiento de Musk es reconoce que la ejecución de las patentes puede sofocar el progreso, afianzar a las empresas lentas y enriquecer a los abogados. La historia empresarial es una guía. Compartir inventos y conocimientos ayudó a que Route 128, en Boston, quedara eclipsado por Silicon Valley como epicentro de alta tecnología de la nación.

Un técnico experto como Musk está más autorizado para comprender la dinámica que los veteranos juristas. Su alineación es un signo alentador.

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