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Editorial

Un mundo donde crece la riqueza

La suerte financiera de los grandes patrimonios en los últimos años ha seguido una evolución sustancialmente diferente a la experimentada por otros segmentos de renta. El número de fortunas en el mundo aumentó en casi dos millones en 2013, lo que representa una tasa de crecimiento del 15% y el segundo mayor incremento desde 2000. Además, el montante de esos patrimonios creció casi un 14%, una tendencia al alza que se ha mantenido a lo largo del último lustro. Los datos forman parte del Informe sobre la riqueza en el mundo, que elabora anualmente Capgemini y la sociedad de gestión patrimonial RBC Wealth Management, y que revela que España sumó el año pasado 16.000 nuevos millonarios, entendidos como personas que poseen más de un millón de dólares en activos susceptibles de inversión. Ese buen comportamiento de las rentas altas ha colocado a nuestro país en el decimocuarto lugar de la clasificación mundial, dos puestos más arriba que el año anterior y por delante de economías como la rusa y la india.

El análisis de la evolución de los grandes patrimonios refleja en buena medida el de la economía global. A la cabeza de esa suerte de ranking está Estados Unidos, seguido de Japón, Alemania y China. Todos ellos aglutinan en conjunto el 60% de los casi 14 millones de millonarios que hay en el mundo. El estudio documenta el enfriamiento de las economías emergentes, como demuestra el retroceso en la clasificación de naciones como Brasil, India y Rusia, cuyas grandes fortunas se han visto también afectadas por el escaso crecimiento de estos países. Por el contrario, la recuperación de economías castigadas como la de Irlanda –cuyo número de millonarios ha crecido un 25%, el mayor salto registrado en el informe– se refleja también en el estudio, aunque Dublín todavía no figura en el top 20 de naciones con más millonarios.

La movilidad que registra anualmente esta radiografía de grandes patrimonios, aún limitada a un segmento minoritario de la población mundial, constituye un reflejo del dinamismo propio de las economías de mercado. Ello se advierte en el aumento numérico constante del segmento de millonarios en los países que siguen este modelo, en contraste con aquellos cuya riqueza se mantiene en manos de una misma oligarquía cerrada a nuevas incorporaciones. Sin duda, las diferencias económicas en materia de renta pueden generar en muchas ocasiones tensiones sociales, pero esa ecuación es especialmente cierta en aquellos países donde no sólo crece el número de millonarios, sino también y de forma exponencial la pobreza. Por eso, el gran reto de la economía global es la creciente mejora patrimonial de una clase media cada vez más diversa, sólida y amplia, como la mejor prueba de un sistema económico capaz de generar riqueza, estabilidad y bienestar.

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