O innovamos o no seremos
Los europeos en general, y los españoles en particular, nos enfrentamos al grave riesgo de caer en una irrelevancia económica similar a la política que ya padecemos. Europa pierde peso en la economía global, mientras asiste impotente al imparable avance de economías consideradas hasta hace pocos años como emergentes pero que ya se presentan como dignos rivales en sectores avanzados y tecnológicos. Ahora son las empresas chinas e indias, tras las japonesas y coreanas, las que están ampliando sus mercados. Europa debe presentar batalla de la única manera posible en un mundo global y abierto: siendo más creativos e innovadores.
A finales de mayo se celebró en Madrid el Congreso Europeo de Consultoría, bajo el lema Growth through innovation, organizado por la AEC. Expertos nacionales e internacionales, tanto de la empresa privada como de la administración pública, expusieron en ponencias de gran nivel la imperiosa necesidad de crear una cultura de innovación permanente. Podríamos resumir el congreso en tres ideas fuerza. La primera es que sin innovación, no hay futuro posible. La segunda, es que en España todas las partes involucradas deben realizar un mayor esfuerzo, ya que ocupamos un triste puesto 17 en innovación entre las 28 naciones que componen la Unión Europea. Y tercera, es el papel fundamental y clave que la consultoría desempeña en el desarrollo de la innovación tanto en el sector privado como en el público.
Llevamos varios años en los que la estrategia de supervivencia ha empujado a los gestores a priorizar las políticas de recorte y ahorro. La productividad necesaria se conseguía gastando menos en los factores de producción. Pero llegado a este momento, son muchas las voces que consideran que persistir en una estrategia única de recortes y ajustes puede suponer un gran error, ya la competencia está aumentando su competitividad en base a innovar. La innovación va a ser la clave de crecimiento en esta nueva etapa que se está iniciando.
Más allá de la razonable moderación salarial, nuestro crecimiento debe venir del mayor valor percibido de los productos y servicios que vendemos y eso sólo se consigue con la innovación y mejora continua. O Europa y España se sitúan en la vanguardia mediante un gran esfuerzo de innovación, o, sencillamente, no seremos, quedándonos en un triste papel de observadores de una historia que comienza a arrollarnos. Resulta imprescindible plantearse una verdadera transformación e innovación en aspectos tales como la introducción novedosas de productos y servicios al mercado; reorganización de las estructuras empresariales; cambios en los modelos de negocio; reingeniería de procesos; nuevos canales de venta; digitalización del negocio o internacionalización, entre otras. Si no lo conseguimos, asistiremos al declinar, más o menos acelerado, de nuestra economía y de nuestros niveles de vida y bienestar. Según el CDTI, las empresas innovadoras incrementan un 10% su cuota de mercado frente a las menos innovadoras, obtienen una productividad un 16% superior y mejoran su capacidad exportadora un 18%.
Las empresas de consultoría tienen una larga tradición como socios estratégicos acompañando tanto a las empresas como a las administraciones públicas. La consultoría ha colaborado estrechamente en la etapa previa de la crisis para esa búsqueda de la eficiencia y optimización y vamos a seguir colaborando en esta nueva fase de crecimiento a través de los procesos de innovación y transformación.
En el Congreso se presentó el informe La consultoría, en el ADN de la innovación, realizado por la AEC y Quint. Según este interesante informe, las áreas que se perciben con una mayor capacidad de innovación tecnológica son las siguientes: la gestión y la diversidad de los dispositivos móviles con la tendencia a posibilitar la visión de “cualquier cosa en cualquier sitio”; el desarrollo de aplicaciones móviles para la creación de interfaces de usuarios enriquecidas con elementos de voz y video que permitan unas conexiones más naturales; internet de las cosas: redes con sensores de bajo coste para la recopilación masiva de datos que permita la toma inteligente de decisiones y la optimización de procesos; servicios en la nube: entrega de hardware y software a través de internet como recursos escalables y realizada bajo demanda; tecnologías definidas por el software: creación de funcionalidades basadas en el software en lugar de en el hardware; impresoras 3D: creación de objetos basados en diseños digitales mediante la impresión de capas de material; máquinas inteligentes: máquinas que aprenden y que desarrollan actividades automáticas e interfaces de usuarios naturales (reconocimiento de voz, respuesta a preguntas no estructuradas, vehículos autónomos, etcétera). Todas estas áreas de tecnologías con especial potencial de crecimiento innovador se articulan en torno a cuatro fuerzas: movilidad, redes sociales, orientación a la nube e información.
Manuél Pimentel es presidente de AEC y of counsel en Baker & McKenzie