Muy atentos a las señales de la UE
El crecimiento de la eurozona en el primer trimestre, un 0,2% –igual que la tasa registrada el último trimestre del año pasado pero inferior al 0,3% previsto por la Comisión Europea– debe constituir cuando menos una señal a la que prestar atención. Es, según Bruselas, un “recordatorio de que la recuperación en marcha va a ser gradual y no puede haber margen para la complacencia o la relajación en la determinación para mantener las reformas estructurales para impulsar la competitividad y la creación de empleo”. Muy cierto. Tan obvio como que una vez más se detecta un crecimiento dispar entre los socios europeos, natural por las características particulares de cada economía, pero que se sustancia en que Alemania tira de la máquina europea, mientras Italia y sobre todo Francia muestran preocupantes síntomas de estancamiento. A pesar de que España también figura en esta ocasión entre los alumnos aventajados, nada debe hacernos perder la perspectiva. Primero, porque en Europa están nuestros principales clientes, y la UE en su conjunto marca una tasa de crecimiento por debajo del 0,4% registrado entre octubre y diciembre de 2013. Y segundo, porque el frenazo francés representa ni más ni menos que un sopetón en la economía de uno de nuestros primeros clientes.