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El sector asegurador evitó pagar 412 millones de euros en indemnizaciones durante 2013

El fraude (chapucero) del millón de euros: accidente doméstico en Paraguay

Agentes de la Policía Nacional durante una operación contra una red de estafadores.
Agentes de la Policía Nacional durante una operación contra una red de estafadores.
Miguel Moreno Mendieta

El fraude del millón de euros estuvo a punto de hacerse realidad el año pasado. La compañía de seguros Fiatc recibió una solicitud de indemnización por el fallecimiento de una mujer que tenía contratado con ellos un seguro de vida. Había muerto en un viaje a Paraguay ¿La fatalidad? Una mala caída desde una silla. La cobertura que tenía con esta compañía era de 400.000 euros, pero con otras aseguradoras tenía cubiertos riesgos por otros 600.000 euros. Al final, la mutua aseguradora catalana descubrió que todo era un montaje, y que la mujer había muerto de cáncer.

El caso, completamente verídico, fue uno de los ganadores en la vigésima edición del Concurso de Detección del Fraude, organizado por Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras (ICEA).

“Empezamos a sospechar desde el principio”, explicaba ayer Pedro Guzmán, director de siniestros de Fiatc. “En primer lugar, porque ya tenía una primera póliza con nosotros y, poco antes del supuesto fallecimiento, había contratado otra. Además, en el estudio para ese primer contrato de seguro de vida se reflejaba que la mujer padecía un cáncer”.

Otro aspecto del siniestro que les pareció sospechoso a los investigadores de la aseguradora es que el accidente mortal hubiera ocurrido en Paraguay. “Los beneficiarios de la póliza aportaron todo tipo de documentación, desde el atestado policial a los informes hospitalarios, todos ellos visados por la embajada de Argentina, de donde procedía la fallecida. Aunque aparentemente los papeles estaban bien, nos resultaba un poco enrevesado”.

Los antecedentes

Un detective privado contratado por Fiatc empezó a indagar en los antecedentes de la víctima y descubrió que sus situación económica era muy delicada. Varias empresas en las que había tomado parte estaban en quiebra. “Con estos mimbres empezamos a investigar sobre la autenticidad de los documentos aportados y descubrimos que todos eran falsos, desde el primero hasta el último. De hecho, la mujer nunca había viajado a Paraguay”.

Cuando avanzaron las pesquisas, Fiatc contactó con otras compañías a las que se había reclamado el pago de indemnizaciones por pólizas de vidas contratadas. Los beneficiarios de las mismas, que reclamaban en total 1,2 millones de euros, desistieron de sus reclamaciones en cuanto les mostraron las evidencias del fraude.

Durante el pasado ejercicio se detectaron en España 151.995 casos de fraude al seguro, lo que implica un incremento del 2,4%. La cifra casi duplica a la que se registraba antes de la crisis.

Los intentos de engañar a las aseguradoras habrían tenido un coste para el sector de 573 millones de euros, según explicó ayer el director general de ICEA, José Antonio Sánchez, durante la presentación del informe sobre el Fraude al Seguro español.

El trabajo realizado por las aseguradoras para la investigación y detección de esos fraudes permitió que solo se abonaran 161 millones de euros que, según el estudio, “era la cantidad real” a la que tenían derecho los asegurados. Esto significa que las aseguradoras evitaron pagar indebidamente 412 millones de euros en 2013, el 72 % del importe inicialmente reclamado.

De acuerdo con la responsable del estudio, Marta Rodríguez, una de las tendencias en detección del fraude es el uso de redes sociales para comprobar si los supuestos accidentados padecen directamente las enfermedades por las que reclaman una indemnización. “Cada vez es más normal destapar el fraude al ver en Facebook una foto del teórico tetraplégico bailando con el padrino de una boda”.

En otro de los casos premiados ayer, Línea Directa descubrió que los siete demandantes de una indemnización por un accidente de tráfico eran meros hombres de paja de un abogado y propietario de un centro de rehabilitación. El estafador tenía el negocio redondo, pagaba 500 euros a personas con pocos recursos para que fingieran un siniestro, y luego les “asesoraba” en la reclamación y les “atendía” en su clínica.

Sobre la firma

Miguel Moreno Mendieta
(Madrid, 1979) es licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Carlos III. También cursó el Máster de Periodismo de El País. Se incorporó al periódico Cinco Días en 2006, tras pasar por la web de El País y Mi cartera de Inversión. Escribe sobre el sector financiero, con un foco especial en fondos de inversión y los seguros.

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