Portugal también se libera de la troika
Faltam 50, 49, 48... dias para a troika sair de Portugal”. El reloj que marca la cuenta atrás para el final del rescate luso fue inaugurado el pasado 15 de diciembre por el vicepresidente del Gobierno, Paulo Portas. Y a pesar de las cautelas de otros miembros de su Ejecutivo, todo indica que Portugal dejará atrás el próximo 17 de mayo la tutela económica del FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, a solo una semana de las elecciones al Parlamento Europeo.
Más aún: Lisboa, salvo sustos de última hora, incluso se propone salir del programa sin ninguna red de seguridad. Una opción que hace unos meses parecía temeraria, pero ahora es muy factible tras la relajación de las primas de riesgo en toda la periferia de la zona euro. “Si yo fuera del Gobierno portugués, me sentiría muy cómodo a la vista de la evolución de los tipos de interés y del resultado de sus últimas emisiones de deuda”, señalan fuentes europeas.
Las mismas fuentes añaden que, si Lisboa no solicita una prórroga del rescate (en forma de línea de crédito preventiva), el programa expirará sin más, como ocurrió con el rescate de Irlanda (en diciembre de 2013) y con el rescate de la banca española (enero de 2014).
Hasta hace poco, tanto la CE como el BCE parecían decantarse por una salida progresiva del rescate. Pero la opción se ha ido debilitando a medida que el clima en el mercado de deuda ha mejorado. “Portugal ya tiene cubierta la financiación de 2014 y sigue emitiendo al mismo ritmo; a mediados de este año incluso habrá cubierto ya buena parte de sus necesidades para 2015”, reconocen fuentes próximas a la troika.
Fuentes comunitarias subrayan, además, que las normas del fondo de rescate (el MEDE o Mecanismo Europeo de Estabilidad) no obligan a Lisboa a solicitar una línea de crédito preventiva inmediatamente después del rescate. “Pueden pasar días, semanas o incluso meses, entre el final del programa y la solicitud”, señalan esas fuentes. Ese espacio temporal permitiría al Ejecutivo de Passos Coelho dar por terminado el rescate antes de las elecciones europeas del 25 de mayo, verificar el apetito del mercado por la deuda portuguesa a largo plazo y solicitar la línea de crédito si se produjera un contratiempo que, por ahora, nadie prevé.
Portugal, además, continúa con su plan de privatizaciones, incluso más allá del objetivo de recaudación perseguido por la troika. Tras la venta el año pasado del 70% de Correios, el Gobierno espera colocar la líneas aéreas de pasajeros (TAP) y cargo (CP Carga) tan pronto como las condiciones bursátiles sean favorables.
Y como una tercera línea de defensa, el Gobierno autorizó el año pasado al fondo de estabilización de la seguridad social a invertir en deuda pública nacional 4.000 millones de euros de sus reservas en divisas, lo que aumenta la demanda potencial de futuras emisiones.
Con ese escenario favorable a la despedida de la troika, mañana mismo, en Atenas, los ministros de Economía de la zona euro (Eurogrupo) darán el visto bueno al penúltimo desembolso para Lisboa, 2.500 millones de euros que se liberarán a mediados de abril. En total, el rescate portugués, iniciado en 2011, sumará préstamos por valor de 78.000 millones de euros (aportados por el fondo de rescate de la zona euro, el FMI y la Comisión Europea, a razón de 26.000 millones de euros cada organismo).
Tras los tres años de ajustes, la economía portuguesa empieza a dar las primeras señales de vida y la troika espera este año un crecimiento del 1,2%, con una ligera caída de la tasa de paro hasta el 15,7%. La balanza por cuenta corriente, que antes de las crisis arrojaba números rojos de más del 8%, registró superávit en 2013.
La prima de riesgo, que entre 2011 y 2012 se mantuvo por encima de los 900 puntos básicos y llegó a superar los 1.200, la semana pasada se situaba en torno a los 250, no muy lejos de la española (170). Y el índice de sentimiento económico, publicado el viernes por la CE, se ha recuperado ya hasta niveles de junio de 2008.
La recuperación, sin embargo, no es definitiva y demasiado débil, todavía, para contrarrestar una caída del PIB del 7% desde 2009. El país sale muy magullado, con un PIB per cápita muy similar al de 2009, pero una deuda pública que se ha disparado entre 2007 (115.000 millones) y 2013 (más de 211.000 millones).
Como en otros rescates, además, los ajustes han provocado un enorme descontento en la opinión pública, al concentrarse los recortes en servicios públicos esenciales. Incluso el Parlamento Europeo, que en un reciente informe secundaba en gran parte las recetas de la troika, lamentaba que en el rescate de Portugal, así como en el de Grecia e Irlanda, se hayan impuesto “directrices detalladas sobre las reformas de los sistemas de salud y los recortes de gasto”.
Algunas de esas medidas, como el copago de las consultas médicas, no han logrado los efectos recaudatorios buscados, según reconoce la propia troika. Pero ella misma se cura en salud asegurando, sin aportar pruebas, que “presumiblemente, ese copago ha reducido el número de consultas de urgencia innecesarias”. Con informes así, también resulta presumible afirmar que nadie echará de menos a la troika en Portugal.