Los grandes retos de la abogacía
Los profesionales de la abogacía deben profundizar en sus habilidades de trabajo en equipo Los bufetes se interesan por profesionales con capacidad para adaptarse a nuevos entornos
La internacionalización, todavía incipiente “pero donde cada vez se crece más y de manera sostenible”, es uno de los desafíos que tienen los despachos de abogados para los próximos años, pero también lo es la apuesta por las nuevas tecnologías, que han hecho que aparezcan nuevos jugadores prestadores de servicios a bajo precio. Son dos de los retos que esbozó Emilio Cuatrecasas, presidente de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, durante la presentación de resultados de la firma, que facturó 248 millones en 2013. “No solo debemos acompañar al cliente en sus experiencias globales, sino coordinar grandes equipos legales de oficinas, jurisdicciones y culturas distintas para llevar a cabo operaciones más complejas en un entorno eminentemente global”. También advirtió de que es conveniente no perder de vista a los “chicos de las chanclas”, en referencia a los jóvenes que están haciendo negocios de éxito al calor de las nuevas tecnologías y que vienen pegando fuerte.
El entorno es cada vez más competitivo, por lo que es necesario, apunta Manuel Martín, socio director de Gómez-Acebo & Pombo, desarrollar “una marca personal que te haga diferente. En su opinión, las hard skills, o lo que es lo mismo, los conocimientos técnicos, son importantes, pero también se requiere de soft skills, esto es, de habilidades transversales.
Estas habilidades tienen que ver con el trabajo en equipo, el liderazgo y la inteligencia emocional, combinadas, prosigue el responsable de Gómez-Acebo & Pombo, con la capacidad de aplicar los últimos avances tecnológicos o de procesos, con el fin de saber gestionar la firma. Otra gran apuesta, y en esto coincide con Cuatrecasas, es el mercado internacional, para lo que se requiere que los profesionales de la abogacía sepan no solo inglés, sino que también tengan conocimientos del Derecho anglosajón. El abogado debe poseer un perfil más ambicioso. “Antes fichábamos a gente con buenas notas, que no eran precisamente los que más empatía tenían necesariamente. Ahora se requiere todo eso, un carácter abierto, saber uno o dos idiomas, y ha de entender el negocio del propio despacho, lo que quiere decir que sepa aplicar los recursos de manera eficiente”, señala Manuel Martín.
Recuperar el papel de asesor, de persona de confianza, es otro de los desafíos que tienen los abogados. Es el apunte que hace el socio presidente de Uría Menéndez, José María Segovia, quien teme que el abogado acabe siendo un mero prestador de servicios jurídicos, “cuando debe ser alguien que ofrezca confianza, como hacen los médicos. Tenemos que conseguir que, a pesar de las estructuras empresariales, no se pierda el carácter profesional independiente”. Y agrega que debido a la gran “empresarización de los servicios jurídicos hay una proletarización de los abogados jóvenes, lo que hace que desaparezca ese elemento de proximidad". Agrega que debería haber una asignatura que enseñara para qué sirve ser abogado.
Si de algo pecan los letrados es de conservadores, “nos asustan los cambios, sobre todo los tecnológicos, y eso nos hace estar alejados del mundo real”, afirma José María Segovia, que defiende la modernización de la profesión tanto como la curiosidad para estar al corriente del negocio del cliente. “Los grandes despachos tienen capacidad para hacerlo, pero los pequeños tienen que asociarse con otros para poder conocer las especificidades del sector al que se dedica su cliente”, añade el responsable de Uría Menéndez.
El desarrollo de los despachos depende de la capacidad para tener a los mejores
Las prioridades para el socio director de Garrigues, Fernando Vives, son las siguientes: por un lado, la abogacía tiene que contribuir a la mejora del Estado de Derecho. “Es fundamental que el Estado contribuya, desde su conocimiento del Derecho práctico, al desarrollo del Estado de Derecho, a la mejora de la seguridad jurídica”. Por otro lado, los despachos han de crear valor para sus clientes, ya que son su razón de ser y deben contribuir a facilitar el desarrollo de sus negocios. El tercer reto es la atracción y retención del talento de los mejores, porque “el desarrollo de los despachos depende de su capacidad de contar con los mejores profesionales”.
El presidente del Consejo General de la Abogacía Española, Carlos Carnicer, apunta a un pacto de Estado por la justicia en el que participen todos los actores jurídicos y que ponga las bases necesarias para que, de una vez por todas, deje de ser la cenicienta de los Presupuestos. “Es un pilar fundamental del Estado del bienestar, no ha gozado nunca del interés de los políticos porque ni daba ni quitaba votos”. Según Carnicer, los gobernantes solo están realmente legitimados cuando escuchan, dialogan y acuerdan medidas políticas de consenso. Es por ello que se suma a la declaración del presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, de que este puede ser un buen momento para alcanzar ese pacto de Estado.
Por otra parte, se requiere una justicia para todos y no solo para unos pocos. “Es curioso que una cuota colegial anual de 251 euros para ejercer la abogacía, en todos los procesos judiciales y en todo el territorio nacional, sea considerada por el Gobierno una barrera infranqueable y una tasa judicial de, cuando menos, 2.300 euros para tener posibilidad de tramitar las tres instancias de un proceso, no lo sea para el mismo Gobierno”, critica Carnicer, quien añade que en solo un año, las tasas judiciales han echado a miles de ciudadanos de la justicia. No a los más ricos, ni a las grandes empresas, ni a la Administración, ni a los ciudadanos más pobres, sino que han dejado fuera a la inmensa clase media. “Esos millones de ciudadanos que cobran poco más de 1.000 euros al mes han perdido su derecho a pedir justicia y a recurrir una sentencia injusta”.
Por último, desea “que nos dejen trabajar y organizarnos en libre competencia”. Esto significa que la abogacía es posiblemente el sector más competitivo y con menos barreras, con 250.000 profesionales colegiados peleando en libre y absoluta competencia. “Sus honorarios son libres y están por debajo de la media europea y muy lejos de lo que cobran sus colegas americanos o británicos”. En este sentido, indica que el Consejo y los Colegios de Abogados ofrecen en estos momentos formación, servicios y herramientas tecnológicas a todos los abogados, indispensables para su ejercicio profesional.