Dormir en un cubo en mitad del desierto navarro
Un hotel pensado para una estancia serena donde el huésped y el paisaje son protagonistas Mezcla en perfecta armonía la vida rural con el diseño
Entre campos de trigo, verduras y viñas, junto al parque natural de las Bardenas Reales y a tres kilómetros de Tudela se encuentra una pequeña joya arquitectónica. Se trata de Aire de Bardenas, un hotel de cuatro estrellas concebido para una estancia serena donde el huésped y el paisaje son los protagonistas. Es un ejemplo de un fenómeno que desde hace años se vive en España, y es disfrutar de una escapada rural con el añadido de vivir una experiencia que entra por los sentidos. Además, viene a demostrar que lo rural no está reñido con el diseño, sino que pueden convivir en perfecta armonía.
Los ventanales están concebidos como zona de relax o como cama supletoria
Sorprende, nada más llegar, el cercado, compuesto por cajas recicladas de recoger verduras de la zona, que además cumplen con la función de detener el viento. Aquí no hay edificios de altura. El complejo, de 22 habitaciones, se extiende sobre una superficie plana salpicada de cubos de acero, organizados en torno a un patio central. La apariencia es de una instalación prefabricada, efímera, pero lo cierto es que si algo tiene este hotel es vocación de permanencia. Es el proyecto vital de Natalia Pérez y su familia, que encargaron la idea al estudio de arquitectura barcelonés de Emiliano López y Mónica Rivera, por el que recibieron, entre otros, el Premio de Arquitectura Joven de la X Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. Hasta la fecha, el hotel ha recibido 26 reconocimientos internacionales por su arquitectura e interiorismo, entre ellos, el premio A. R. Emerging Architects en Londres en 2008. Sus imágenes han dado la vuelta al mundo y es uno de los lugares de peregrinación de los aficionados al diseño.
Hay habitaciones que cuentan con bañeras exteriores de agua caliente
A pesar de la aparente frialdad exterior, solo aparente, porque la tonalidad elegida ofrece calidez, el interior de las habitaciones es acogedor, limpio y luminoso. Las estancias son amplias, con grandes y profundos ventanales, adosados a la fachada del cubo, que pueden ser utilizado como zona de relax para leer o ver la televisión, o como cama supletoria. Algunas habitaciones miran hacia el infinito, hacia los campos donde en esta época empieza a mecerse el trigo; otras dan al interior y cuentan con su propio patio, adornado con árboles y una pequeña bañera exterior con agua caliente. También hay cubos con patio privado, suites... El estudio de arquitectura se ha ocupado de todos los detalles del mobiliario y del equipamiento interno, pensado para el disfrute del visitante.
El establecimiento, que se rige por la filosofía slow, donde prima la calma y donde las prisas son malas consejeras, dispone de un restaurante donde se sirven, como no podía ser de otra manera, productos de la huerta Navarra, todos procedentes del propio huerto, que merece una visita: alcachofas, espárragos, cogollos de Tudela, menestra, pochas, también cordero, pichón. Por supuesto, sirven aceite de la comarca, de Hacienda de Queiles.
El hotel prepara desde visitas a caballo, en segway o en 4x4 por la zona, a excursiones en canoa por el Ebro, catas de vino o de aceite, o una ruta cultural por el casco viejo medieval de Tudela, con un recorrido por los principales palacios e iglesias de la ciudad, incluida la catedral, con guía.
Los precios de las habitaciones, entre 165 y 290 euros. Desayunos: 14 euros.
Existe un pack denominado luxury que consiste en una noche para dos personas en una suite con patio privado o con vistas, con cava de bienvenida en la habitación, una cena para dos personas frente al huerto y desayuno servido en la habitación, por 458 euros. Ofrece internet gratuito en todas las instalaciones.
Aire de las Bardenas: Ctra. Ejea, km 1,5.
Tudela (Navarra). Teléfono: 948 116 666.