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Columna
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El coraje de gran empresa de Apple

El plan de sucesión del director financiero de Apple muestra su gran temple como empresa. La partida de Peter Oppenheimer y su nueva posición en el consejo de Goldman Sachs parecen bien orquestados.

Oppenheimer pasará la batuta de director financiero a Luca Maestri, veterano de General Motors, en junio y dejará Apple en septiembre. Tras una década consiguiendo grandes ingresos y beneficios según iPods, iPhones y iPads transformaban la tecnología de consumo, Oppenheimer va a darse más tiempo para jugar con los aparatos y terminar de aprender a pilotar un avión.

Es un movimiento de prestigio para entrar en la junta directiva de Goldman. También es un movimiento conservador que pone de relieve el dilema de Apple. La magnitud de sus negocios y sus recursos financieros exige fuertes controles, transiciones suaves y una ausencia de sorpresas. Su fábrica de ideas, sin embargo, tiene que representar un espíritu completamente diferente.

La magnitud de los negocios y recursos de la firma exige controles fuertes y transiciones suaves

El fundador y anterior jefe, Steve Jobs, fue pionero en el anuncio de nuevos productos en acontecimientos que vinieron a representar revelaciones para los fieles de Apple y amenazas temibles para sus competidores. El consejero delegado Tim Cook ha bajado el tono un poco, pero a medida que sus rivales se han puesto al día con las innovaciones de Apple, inversores y clientes están ansiosos por el próximo gran descubrimiento.

Las actualizaciones de los teléfonos, tablets o portátiles existentes, aunque comprensibles, no hacen el trabajo, y tampoco lo hacen ideas como el anuncio de esta semana de una tecnología para integrar el iPhone en los coches. Un televisor y dispositivos que se pueden llevar puestos siguen estando, al menos para los clientes, solo en la imaginación.

Inversores del estilo de Carl Icahn querrán que Maestri persuada a Cook de dar más efectivo a los accionistas. El éxito de Apple, sin embargo, se basa en productos que cambian totalmente el status quo. Hacer eso volvería a dar un impulso que la gestión financiera simplemente no puede.

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