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Columna
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Un yuan que no haga daño

¿Cuál es el valor adecuado para la moneda china? Es una pregunta con trampa. La reciente caída del yuan ha vuelto a encender el debate sobre su valor razonable, pero encontrar ese número resulta imposible. Lo que más importa es el nivel en el que resulta menos dañino. En ese sentido, aún hay espacio para que la moneda se fortalezca.

Las formas habituales de valorar las monedas no son muy útiles en China. El tipo de cambio real, que se ajusta a la inflación, sugiere que el yuan ha subido con fuerza frente al dólar en el último año. Pero medir la inflación de China es complicado por los precios provocados por las ineficiencias en la cadena de suministro. La comparación de la productividad con los salarios es también muy popular –cuando este último dato se eleva más rápido que el primero, una moneda puede llegar a ser menos competitiva incluso si su valor nominal no cambia–. Sin embargo, los datos de la productividad de China son irregulares.

Hay otra forma: China podría copiar a Google, cuyo mantra corporativo es “no hacer daño”. Una manera de no hacerlo sería dejar de acumular enormes reservas de divisas, que crecieron en más de 509.000 millones dólares en 2013, hasta los 3,8 billones. Estas alimentan la inestabilidad global, ya que van acompañadas de déficits en otros países. La mayor parte de las reservas chinas se deben a su superávit comercial, que se reduciría con una moneda más fuerte.

En realidad, los efectos nocivos de las reservas provienen de algo más. Las subvenciones y los créditos baratos también hacen a muchos productos más competitivos de lo que podrían ser. Parece que esas distorsiones están aquí para quedarse, ya que para los planificadores de China, el mayor mal de todos es entregar el control total a los mercados. Así que por ahora, una moneda más fuerte parece el mayor bien.

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