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¿Fondos buitre o capital riesgo?

¿Cómo distinguir un fondo buitre de capital riesgo? Leyendo la prensa, ya se lo adelanto, es más bien complicado. Los fondos que compran deuda de empresas suelen ser vistos como ángeles salvadores, para poco después convertirse en ávidos usureros que rapiñan compañías solventes.

Codere. La empresa, ahogada por los vencimientos de su astronómica y herida por las medidas del Gobierno argentino contra la repatriación de divisas, estaba en situación límite a principios de verano del año pasado. El día 20 informaba de la CNMV que dos fondos entraban en el capital de la empresa y abrían el camino a la refinanciación, evitando de este modo el impago de la deuda (quedaban dos días para llegar al default). Entonces era capital riesgo.

Medio año después, estos fondos han cambiado de nombre. Son fondos buitre. Codere les acusa de intentar forzar el impago de la deuda para beneficiarse de las coberturas contratadas por otro lado, así como de aplicar cláusulas abusivas en el contrato de refinanciación. No voy a entrar en el fondo del tema; solo destaco que lo que ahora son fondos buitre, hace poco eran inversores en capital riesgo. Codere es un ejemplo.

El sector inmobiliario. Sareb vende a fondos de capital riesgo bloques de viviendas, lo que demuestra confianza en España y todas esas cosas, pero cuando resulta que los bloques de viviendas tienen inquilinos dentro, se trata de fondos buitre.

Entonces, ¿qué son? Pues ambas cosas, a veces salvadores, (por interés propio), a veces enterradores (también por interés propio). En algunos momentos son los únicos inversores que compran a precios de derribo, pero no cabe esperar de ellos mucha exquisitez. ¿Mal necesario? No sé ni si son malos, ni tampoco si son realmente necesarios. Más que etiquetar el mundo en función del interés del momento, quizá sea mejor prestar atención a comportamientos, causas y consecuencias.

Por ejemplo, durante la época de la burbuja el capital riesgo jugó un importante papel en agudizar los vicios del dinero fácil. Las operaciones de LBO (consistentes en comprar una empresa con deuda y cargarle la deuda a la propia empresa que has comprado) tuvieron un gran efecto multiplicador en la deuda de las empresas cotizadas, pues cuanto menor era el endeudamiento de la empresa, mayor era el riesgo de que un fondo la comprase mediante una opa. Endeudarse era la mejor medida defensiva posible, pues al capital riesgo ya no le salían las cuentas. Y la consecuencia del febril endeudamiento empresarial la conocemos ya y pasa, también, por la necesaria apelación a estos fondos-capital-buitre-riesgo.

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