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Columna
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El desgaste de la edad

La economía mundial se ha vuelto más frágil. Y no se trata solo de que la recuperación impulsada a través de estímulos desde la crisis de 2008 ha sido anémica e incompleta. Otra tendencia preocupante es el cambio en la estructura por edades de la población mundial que puede haber erosionado algunos de los amortiguadores cruciales.

Para ver la relación entre la demografía y la fragilidad económica, hay que tener en cuenta la proporción entre personas de mediana edad –aquellos de entre 45 y 54 años– y los jóvenes que todavía se encuentran en la veintena. Para el mundo en su conjunto, esta relación se ha disparado de 0,48 en 1990 a 0,65 en 2010, y ascenderá a 0,85 en 2035, según las previsiones de población de Naciones Unidas. En el mundo desarrollado, el número de las personas de mediana edad superó al número de jóvenes en 2005, y la relación no empezará a disminuir hasta después de 2025.

La relación es importante porque la capacidad de la economía global para resistir shocks deflacionarios es menor cuando el séquito de la mediana edad comienza a dominar sobre los jóvenes. Esto se debe a que el primer grupo ahorra más para la jubilación. En Estados Unidos, el cabeza de familia medio en el grupo de mediana edad tiene 6 veces más activos que alguien menor de 35 años. Pero es el gasto de los jóvenes el que estimula nuevas inversiones, que a su vez absorbe los ahorros de la mediana edad.

Cuando la relación va en aumento, el grupo de mediana edad intenta utilizar sus ahorros. Pero como el grupo más joven es menor en términos relativos, su consumo es insuficiente para estimular la inversión. Como resultado, el ahorro persigue un número limitado de oportunidades de inversión, empujando al alza los precios. Incluso un golpe leve puede conducir a graves consecuencias en el mercado.

La estructura de edades de la población mundial tiene un mensaje para los políticos: no hay que subestimar los riesgos de las turbulencias en los mercados emergentes, incluso los menores. Con los amortiguadores desgastados, la economía mundial tendrá que luchar para resistir los badenes deflacionarios.

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