_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Efectos contradictorios

Si se preguntara en la calle qué efecto más inmediato tendría la subida de los tipos impositivos que gravan los diferentes impuestos, la respuesta sería inmediata: mayor recaudación fiscal. Si igualmente se preguntara qué efectos tienen sobre el consumo unos salarios al alza, la respuesta dada por un ciudadano medio sería: el aumento del consumo.

Ahora bien, estas respuestas no siempre son así de sencillas; es más, en muchos casos las respuestas acertadas son justamente las contrarias, menor recaudación tributaria a mayores tipos de gravamen y menor consumo a mayores salarios.

Así, la subida de tipos impositivos, siempre que sea mesurada, puede conllevar una mayor recaudación; pero una subida acumulada a otra subida, causa el efecto contrario: menor recaudación, ya que, por un lado, se desincentiva ser contribuyente (se hastía al pagano ciudadano) y, por otro, la renta disponible, después de descontar el efecto tributario, al ser menor genera menor riqueza, al volver al sistema productivo.

De esta forma, excesivos tipos de gravamen expulsan al ciudadano del círculo del contribuyente insertándole por inercia en el círculo de los defraudadores, lo que por un lado no sólo no es solidario, sino que además genera una economía sumergida, que a la postre define la identidad de los ciudadanos que terminan dando por bueno los pagos en “b”.

Además, cuando los tipos suben, se deslocalizan determinadas rentas. Así por ejemplo, las rentas procedentes de la compraventa de títulos, conviene llevarlas a cabo desde sociedades domiciliadas en territorios con atenuada tributación de las rentas del capital. Ni que decir tiene cuando la deslocalización, a través de paraísos fiscales, impide la tributación de la totalidad de las rentas.

No conviene olvidar que en la larga lista de paraísos fiscales se esconden del fisco varios billones de dólares que no tributan, ni aquí ni en ningún otro país. ¡Qué insolidaridad por parte de unos pocos que amasan fortunas sin ninguna objeción moral!

Pues bien, este mensaje de que una subida excesiva de tipos impositivos no conduce a mayor recaudación, que parece cada vez más aceptado por los economistas, también es aplicable a la relación salarios-consumo-PIB.

Así lo explica el BBVA Research, el servicio de estudios de este banco, en su informe: “¿Puede la moderación salarial reducir los desequilibrios macroeconómicos?”, en el que cifra en un 10% el crecimiento del empleo y, por extensión, un aumento del 8,3% del Producto Interior Bruto, si los salarios se redujeran un 7%. Según este informe, la bajada del 7% no sería necesaria en todos los sectores, sólo en los más improductivos. Por ello, un incremento de esa magnitud -del 8,3% del PIB- arrojaría un incremento sin precedentes de la ocupación (del 10%).

Centrándonos en datos concretos, si el número de ocupados actuales según la EPA (Encuesta de Población Activa) es de 16.823.000 personas, tendríamos que una reducción de salarios de 150€/mes, considerando un salario medio anual de 30.000€ brutos, arrojaría como conclusión que se crearían casi 1.700.000 nuevos empleos.

Muchos son los comentarios que la noticia provoca; así por ejemplo: ¿Se apuntarían los asalariados públicos a dicha rebaja? ¿La rebaja del 7% debe ser lineal para todo tipo de salario o, como resultado de tratarse de una media, debe ser progresiva (mayores descuentos a mayores salarios, dejando sin descuento las nóminas de supervivencia)?

En todo caso la noticia en sí misma invita a evaluar cuán solidario es cada uno a través de la siguiente pregunta: ¿Estaría dispuesto a que me redujeran mi sueldo un 7% si con ello doy la oportunidad a 1.700.000 desempleados de acceder al mercado laboral?

Siguiendo con el círculo antes citado, si aumenta el número de empleados, el efecto más inmediato sería un aumento del consumo que incrementaría a su vez el PIB.

Pasaríamos pues de una situación de estancamiento a otra de excesivo crecimiento (del 8,3% según el BBVA), que ya quisieran los países BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

De pronto llegaríamos a la cuadratura del círculo: la reducción de salarios nos pondría entre los países más prósperos… Así es la economía: ¡Toda una contradicción!

Fernando González González. Presidente de IURE Abogados

Archivado En

_
_