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Editorial

El mejor noviembre en 16 años

Los datos del paro registrado en el mes de noviembre confirman que las buenas noticias comienzan a llegar al mercado laboral español. Por primera vez desde el inicio de la serie histórica, el número de desempleados ha descendido –en 2.475 personas– en un mes tradicionalmente malo para el empleo. Es cierto que la ocupación sigue sin recuperarse –el número de afiliados a la Seguridad Social ha caído en casi 67.000 personas–, pero también lo es que en el plazo de un año el número de parados inscritos se ha reducido en casi 100.000 personas, mientras que la ocupación ha caído en 237.505. Si los datos se analizan en términos desestacionalizados, noviembre constituye el cuarto mes consecutivo de caída del paro.

La mejora en la evolución del desempleo registrado se produce en un contexto económico de crecimiento prácticamente nulo, lo que resulta esperanzador de cara a un 2014 en el que las previsiones de actividad son mejores y tendrán su correspondiente reflejo en el empleo. Además, y dado que diciembre suele ser un mes de buen comportamiento en el mercado laboral, todo apunta a que España podrá cerrar 2013 con una disminución del desempleo respecto al año anterior.

Al lado de esos buenos datos, varias señales negativas persisten en el horizonte. Por un lado, se siguen destruyendo puestos de trabajo; las previsiones apuntan a que 2013 cerrará con una cifra de entre 150.000 y 200.000 afiliados menos que en 2012. A ello hay que sumar el desgaste sustancial que han experimentado las prestaciones de desempleo. Los datos dibujan un panorama en el que apenas el 60% de los parados cobra prestación y en el que más de dos millones de desempleados pueden considerarse ya de larga duración.

La precariedad del nuevo empleo, otro dato adverso, resulta menos preocupante, dado que constituye una característica propia de coyunturas económicas frágiles como la que vive actualmente España. La incertidumbre que viven las empresas se refleja necesariamente en los modelos de contratación, unos modelos que con el tiempo y el asentamiento de la confianza suelen modificar su perfil. Pese a ello, es cierto que la calidad del empleo tiene consecuencias para el conjunto de la economía, puesto que juega un papel clave en la reactivación del consumo interno.

En ese sentido, el camino que España tiene por delante es todavía largo y exige mantener el pulso en las políticas de austeridad y continuar con el afán reformista mantenido hasta ahora. Además, resulta vital seguir eliminando los obstáculos que frenan la actividad de las empresas y no olvidar nunca que el sector privado es fuente de creación de puestos de trabajo y que ayudando a las empresas se ayuda al empleo.

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