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Columna
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La caja de Pandora escocesa

Una Escocia independiente abriría la caja de Pandora bancaria. Ponerse de acuerdo sobre los protocolos de rescates a las entidades es solo una pequeña parte del debate. Si los escoceses votaran a favor de la separación el próximo septiembre, el tema traería grandes dolores de cabeza.

Actualmente, todos los bancos del Reino Unido están regulados por el Banco de Inglaterra. Una Escocia independiente podría decidir la creación de un banco central, junto con una divisa y sistema bancarios independientes regulados desde Edimburgo. Pero los secesionistas quieren una Escocia independiente que mantenga la libra, y los tipos de interés fijados por el Banco de Inglaterra.

Parece extraño que los secesionistas admitan que Londres fije los tipos a niveles. A cambio, Escocia podría compartir el coste de cualquier rescate futuro de Royal Bank of Scotland. Eso es importante, dado que el balance de 1.100 billones de libras de RBS es seis veces superior al PIB escocés.

Pero a Escocia todavía le quedaría una gran decisión que tomar: si sus bancos deberían estar regulados a través de agencias del Banco de Inglaterra, o mediante la creación de un nuevo supervisor con sede en Edimburgo. Si el Banco de Inglaterra sigue llevando la voz cantante, un regulador con sede en Londres podría aceptar la liquidación de un banco escocés. Si Escocia tiene su propio regulador interno, no sería necesario tener reglas acorazadas de compromiso entre Edimburgo y Londres. Los secesionistas se refieren alegremente a la posibilidad de una “coherente y armonizada” relación de trabajo, y citan la emergente cooperación mundial en materia de estabilidad financiera. Sin embargo, la cooperación normativa transfronteriza sigue siendo relativamente escasa.

Los lazos familiares y los recuerdos de trescientos años de unión podrían significar que Londres ayudaría a Escocia cuando la suerte esté echada. Pero la cuestión de la independencia es cortar los lazos, no reinventarlos.

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