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Los ejecutivos de la gran banca del país acapararon la reunión del BCE

La banca española hizo 14 preguntas a Draghi, la francesa ninguna

Marín, Cano y Nin pidieron la homogeneización de las normas de regulación ante la supervisión única

El presidente del BCE, Mario Draghi.
El presidente del BCE, Mario Draghi. FRANCOIS LENOIR (REUTERS)

La supervisión única europea será una realidad el 4 de noviembre. Y tanto el Banco Central Europeo (BCE), con Mario Draghi a la cabeza, como las 130 mayores entidades financieras del continente y los respectivos bancos centrales nacionales han iniciado ya el proceso de clasificación de sus activos para comenzar en unos meses el embalaje y mudanza. Antes la banca se someterá a un duro examen de solvencia, los test de estrés. Las dudas sobre los criterios que seguirá el BCE y la Autoridad Bancaria Europea mantienen en vilo a más de un banquero no solo español. La principal preocupación de la banca española es que la deuda soberana penalice en estos test de estrés, al someterla a una quita, como ya ocurrió en el examen anterior. Y la duda se mantiene. En la memoria están las pruebas realizadas a finales de 2011, cuando el supervisor europeo decidió realizar una quita de entre un 2% a un 5% en los bonos soberanos españoles.

El BCE mantendrá el suspense hasta enero, ya que no ha llegado a un acuerdo sobre cómo valorar la deuda soberana. El miembro luxemburgués del comité ejecutivo del BCE, Yves Mersch, dijo el lunes que en el análisis de los activos de los bancos, la deuda soberana seguirán considerándose como “sin riesgo”. Pero los bonos “indudablemente sufrirán una presión en las pruebas de solvencia”.

El lunes, en un día gris y muy frío en Fráncfort, una parte significativa del cada vez más restringido club de banqueros europeos se dio cita en la sede del BCE. El objetivo era iniciar el debate sobre el nuevo examen al que se tienen que someter las entidades europeas para despejar, de una vez por todas, las dudas que aún sobrevuelan en el sector tras un lustro de crisis.

Los banqueros llegaron al BCE sobre las 13.30 horas, y antes de iniciar el coloquio, picotearon algo en un buffet preparado para la ocasión. En este almuerzo no estuvo presente Draghi, aunque sí el vicepresidente del Banco Central Europeo, Vítor Constancio, e Yves Mersch. Tras una comida ligera que duró algo más de media hora, los presidentes, consejeros delegados y en algún caso directores financieros de la banca comenzaron a exponer sus temores. Una gran mesa cuadrada con 49 asientos, sin nominar, fue el escenario donde los 16 miembros españoles, 24 alemanes, 13 franceses, 15 italianos, 4 griegos, 7 holandeses y 4 portugueses, expusieron sus peticiones. Fue alrededor de esta gran mesa cuando Draghi se sumó a la reunión –antes solo había hecho acto de presencia para dar la bienvenida–, aunque fue Constancio quien llevó la voz cantante.

Javier Marín, consejero delegado de Santander, Ángel Cano, de BBVA y Juan María Nin, de Caixabank, actuaron casi de portavoces de la banca española. Aunque hablaron otros también. De las 18 preguntas que realizaron los banqueros en esta reunión, 14 fueron cuestiones planteadas por los españoles, dos por los griego, mientras que los franceses optaron por no abrir la boca. Marín preguntó por el destino del exceso de provisiones. Cano por la política de comunicación con las agencias de calificación, y Nin por los activos ponderados por riesgo (APR). Los tres ejecutivos reclamaron que las exigencias en los exámenes de solvencia y en general, en la normas de supervisión de los distintos países fuesen homogéneos. El presidente de Banco Popular, Ángel Ron, también intervino para pedir medidas que permitan impulsar el negocio de las pymes.

La banca española lleva años pidiendo una homogeneización legislativa europea. Consideran que si el destino del sistema financiero europeo será común en apenas un año todos deben operar con las mismas reglas. Lo mismo sucede si las pruebas de estrés o los análisis de las carteras de activos (asset quality review) son diferentes para cada país, ya que puede producirse la fragmentación del mercado, y que se penalice más a unas firmas que a otras, lo que produciría el efecto contrario a lo que se persigue con los test de estrés y con la supervisión única.

“El marco regulatorio y de supervisión debe ser igual para todos. Además, debe ser predecible y estable si no se quiere repetir la crisis”, explicaba un asistente a este acto. Otro banquero recordaba que el objetivo último de la supervisión única y de comprobar la salud de las entidades era impulsar la economía. Algo en lo que Dragni está de acuerdo. El presidente del BCE, de hecho, recordó que las pymes son una pieza fundamental de la economía para salir de la crisis.

La banca española lleva años quejándose de que los activos ponderados por riesgo, o lo que es lo mismo, las necesidades de capital para cubrir el mismo riesgo son más exigentes en España que en el resto de Europa. Lo mismo sucede al considerar un crédito moroso. Además, en España existe una clasificación de provisiones, la subestándar, que no se aplica en el resto de Europa –corresponde a un crédito al corriente de pago que debe provisionarse al pertenecer a un sector o empresa de riesgo–.

Los griegos pidieron que los futuros test de solvencia despejen completamente las dudas sobre la banca. Y criticaron el fiasco que supuso este examen en Grecia. Pese a estas reivindicaciones, la reunión no despejó ninguna duda. “Habrá que esperar a enero para conocer los criterios del BCE para realizar las pruebas de estrés”, declara un asistente. Eso sí. Constancio explicó que los datos que se tomarán como referencia para estas pruebas serán de cierre de 2013; que las carteras de activos que se examinarán serán las mismas para todas las entidades y países; que una vez que se lleve a cabo la revisión de balances si se detecta déficit de capital en algún banco éste deberá cubrirlo inmediatamente. En el caso de los test de estrés habrá que presentar un plan de recapitalización. Pese a todo, Constancio afirmó que el BCE no espera problemas para la banca española. A las 16,45 finalizó la reunión.

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