Pragmáticas y dolorosas pruebas
El Banco Central Europeo ha logrado un equilibrio entre el pragmatismo y el dolor. Banco central de la zona euro ha hecho público su criterio para el análisis de los 124 bancos que supervisará a partir del finales del año que viene. En parte se ha andado con rodeos, pero podría estar justificado.
El problema para los bancos de la zona euro es que los inversores no confían en sus posiciones de capital, debido a que no se fían de la veracidad de sus balances. El banco central quiere abordar esto con el llamado examen de la calidad de activos, para unificar la definición de préstamos morosos en la unión monetaria.
El resumen metodológico de 17 páginas del BCE podría haber sido redactado con más fuerza. Los bancos centrales nacionales que llevarán a cabo las revisiones deben hacerlo “respecto” a las estrictas definiciones de referencia preferidas por la Autoridad Bancaria Europea. Esto puede no ser lo mismo que seguir estrictamente las directrices. Sin embargo, el BCE recalca que él tendrá la última palabra y que esto evitaría que reguladores nacionales protejan a sus acreedores.
El problema para los bancos de la zona euro es que los inversores no confían en sus posiciones de capital
El banco central no es tan exigente en el ratio de capital que requirá a los bancos después de que sus balances recién armonizados se hayan sometido a los test de estrés. Pedir un core Tier 1 del 8% según las nuevas reformas de Basilea III suena duro, pero la cantidad podría haber sido mayor. Además, parece que la exposición a la deuda soberana serán tratada con más indulgencia que en la prueba de 2011.
Pudo haber sido mejor y más seguro establecer objetivos más duros. Pero aún hay incertidumbre sobre quién tendrá que llenar los agujeros de capital, y el BCE debe tener cuidado de que su ejercicio para restaurar la confianza en el sector bancario no conduce al pánico a cualquier tenedor de bonos o deje a los estados sobrecargados de riesgo bancario. La armonización es el objetivo inmediato y no merecía la pena asumir el riesgo de desechar la unión bancaria en ciernes en Europa.