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Columna
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La excepción oriental

El ministro de Finanzas británico está arriesgando con dobles patrones normativos mientras busca llevar a los bancos chinos a juicio. George Osborne espera que el hecho de allanarles el camino hacia Gran Bretaña ayude a Londres a convertirse en el centro global del comercio extranjero en renminbi (yuanes). Pero este plan es de una inconsistencia preocupante.

Desde la crisis financiera, los reguladores han intentado reestructurar los bancos de forma que las operaciones regionales funcionen como si fueran filiales capitalizadas separadamente. La idea de Osborne es dejar que los bancos mayoristas chinos operen solo como filiales en Reino Unido. Es un detalle técnico importante: las filiales pueden depender del capital localizado en cualquier otro lugar dentro de su propio grupo empresarial. El fracaso de una filial bancaria de peso sin un colchón de capital podría dañar la economía de Reino Unido. Pekín podría repatriar activos, dejando a los acreedores sin nada.

Este giro hacia la llamada subsidiarización tiene su origen en el colapso de Lehman Brothers, cuando los fondos se filtraban desde Londres a las oficinas centrales del banco en Nueva York. Mientras el Banco de Inglaterra no sea capaz de forzar a los bancos extranjeros a establecerse como filiales separadamente capitalizadas, la mayoría de las instituciones sistemáticamente significantes tendrían dificultades para operar en Reino Unido de otra forma.

Afortunadamente, los cinco bancos propiedad del Estado chino –el Banco de Agricultura de China, el Banco de Comunicaciones, el Banco de China, el Banco de Construcción de China y el ICBC– ya tienen todos filiales británicas. Pero aunque todos los prestamistas chinos se arriesguen sistemáticamente, los reguladores británicos necesitan permanecer atentos. Los pocos bancos chinos radicados en Reino Unido sin filiales separadamente capitalizadas son más pequeños que los cinco grandes pero podrían llegar a crecer. Es más, la supervisión de Pekín es notablemente opaca. La Prudential Regulatory Authority –la división del Banco de Inglaterra que regula el conjunto de operaciones bancarias– puede que solo sea capaz de hacer valoraciones limitadas sobre los bancos chinos a través de su equivalente.

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