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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El automóvil, estratégico para España

La industria automovilística española anunció ayer que prevé producir en 2014 un total de 2,4 millones de vehículos, lo que supone un crecimiento del 9%. De cumplirse esa previsión, que se hizo pública durante la celebración del primer Foro Anfac PwC, España obtendría un puesto entre los diez principales fabricantes del mundo. Durante la jornada, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos de Armas, anunció que el Gobierno estudia lanzar una segunda edición del plan PIMA Aire para vehículos comerciales, que podría ampliar tanto el número de beneficiarios como su dotación. La medida, que apunta a consolidar a España como uno de los mercados más cuidadosos con el medio ambiente, ayudará a alimentar una demanda de vehículos que muestra signos de recuperación. Los datos de matriculaciones, correspondientes a la primera mitad del mes de octubre, arrojan un crecimiento del 65% respecto al mismo periodo del año anterior. Ello apunta, aunque aún muy levemente, a que el sector del automóvil puede estar dejando atrás su particular travesía en el desierto y aspirar a jugar su fundamental papel estratégico dentro de la recuperación económica española. Así parece entenderlo también el Ejecutivo, que trabaja en el diseño de nuevos incentivos para impulsar la industria. Durante la jornada organizada ayer, el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ferre, adelantó la posibilidad de que el Gobierno mejore el tratamiento tributario de los vehículos menos contaminantes a través de la futura reforma fiscal.

Tras un año muy duro, los datos confirman que la industria del automóvil en España tiene por delante un 2014 con mejores perspectivas. Entre los factores que explican ese horizonte destaca la caída de los costes de producción –en especial de los costes laborales– que el sector ha vivido en los últimos tiempos y en el que la reforma laboral aprobada por el Gobierno ha jugado un papel destacado. Todo ello ha reforzado la competitividad de unas factorías que han demostrado ampliamente su fiabilidad y la profesionalidad de sus trabajadores. Ejemplos como el de Renault, que ha adjudicado a sus fábricas en España buena parte de su nuevo plan industrial, son buena muestra de ello. Sin duda los incentivos de los que se ha beneficiado el sector han contribuido también a posicionar nuestro país como destino atractivo para producir y exportar vehículos. Alimentar ese atractivo, más aún en la difícil coyuntura que atraviesa España, es una decisión de política económica con un valor estratégico claro, siempre que sea temporal. Porque el gran reto de la industria del motor a medio y largo plazo es alcanzar un nivel de eficiencia y sostenibilidad que haga innecesarias unas ayudas e incentivos que no pueden –ni deben– durar para siempre.

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