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Columna
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Portadores de banderas

Los zombis corporativos de Italia están poniendo a prueba las intenciones de reforma del primer ministro, Enrico Letta. Las sagas de Alitalia y de Telecom Italia comparten un algo: tanto la compañía aérea como el operador de telecomunicaciones están sufriendo bajo unas estructuras accionariales derivadas de anteriores intentos de bloquear la entrada de extranjeros. Para Letta, ofrecen la oportunidad de demostrar que puede tomar decisiones difíciles –o que está contento con todo como está–.

La propiedad actual de Telecom Italia, una maraña de bancos y el grupo español Telefónica, deriva de la oposición del gobierno de Romano Prodi a una oferta de América Móvil y AT&T en 2007.

La situación de Alitalia es más complicada. La aerolínea nacional está a días de la quiebra. La solución más lógica sería de entregar el control a Air France- KLM, que intentó tomar el control en 2008, pero Silvio Berlusconi bloqueó el proceso. Eso, sin embargo, requeriría una cirugía radical en la compañía, que no sabe lo que significa el beneficio. Hay otras alternativas, como recurrir al operador ferroviario estatal Ferrovie dello Stato.

El miedo a la propiedad extranjera no es exclusivo de Italia, pero el escándalo de Telecom / Alitalia llega en un momento crucial. El gobierno de Letta está reiniciándose después de ahuyentar un intento de Berlusconi para provocar nuevas elecciones. Italia necesita atraer la inversión extranjera para ayudar a revitalizar su lenta economía. Letta se comprometió a capitalizar su renovado apoyo parlamentario para hacer a Italia más competitiva. Tendrá que hacer reformas en los mercados de trabajo y el sector público, que pueden ser impopulares dentro de su propio partido. Quedan por delante retos más difíciles que los de Telecom Italia o Alitalia. Si no puede hacer cosas simples, nadie confiará en que puede abordar el trabajo duro.

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