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Seis claves sobre el posible cierre federal

¿Qué pasa cuando el Gobierno de Estados Unidos se queda sin dinero?

El congresista Tim Griffin , en una rueda de prensa en las escaleras del Capitolio.
El congresista Tim Griffin , en una rueda de prensa en las escaleras del Capitolio.JIM LO SCALZO (EFE)
Nuño Rodrigo Palacios

Una vez más, el juego político pone a la economía contra las cuerdas. Esta vez, en Estados Unidos, donde el partido republicano amenaza con dejar al Gobierno sin fondos para que retirase la reforma sanitaria, una apuesta de riesgo que los demócratas están dispuestos a aceptar. En todo caso, el efecto para la Bolsa puede ser soportable. No sucede lo mismo si los legisladores no consiguen llegar a un acuerdo este mes sobre el techo de deuda. En este caso, las turbulencias financieras serían, probablemente, devastadoras.

¿Qué sucederá esta madrugada?

Esta noche, a las 0.00 hora local, termina el año fiscal estadounidense. Si no hay un acuerdo parlamentario para aprobar un presupuesto, el Tesoro de Estados Unidos no tendrá capacidad legal para gastar dinero. Es decir, el Gobierno federal solo podrá hacer frente a los gastos de servicios esenciales, como sanidad, ayudas a la alimentación, control aéreo, seguridad ciudadana o pensiones, además de las nóminas de los militares (según un decreto aprobado con urgencia este fin de semana) o las actividades que no se financien vía presupuestaria. El gasto corriente y las nóminas de los funcionarios quedan cogelados, de modo que los responsables de la administración, de los visados, de los museos, de los parques nacionales, volverán a su casa mientras no haya acuerdo político. Son alrededor de 800.000 funcionarios. La mayor parte de las agencias y los departamentos que dependen del presupuesto han elaborado ya planes de contingencia al respecto.

¿Qué efecto tendrá en la economía?

Depende, lógicamente, del tiempo que dure. Entre 1995 y 1996, cuando Bill Clinton ocupaba el Despacho Oval,un bloqueo de tres semanas tuvo un impacto de 0,5 puntos en el PIB, según la oficina presupuestaria del Congreso. La firma Macroeconomics Advisers ha calculado que un bloqueo de dos semanas con el 36% de los empleados en casa (como pasó entonces) restaría 0,3 puntos al PIB de Estados Unidos. No obstante, como ya sucediera entonces, los empleados públicos podrían cobrar los salarios del tiempo no trabajado una vez se rehaga el presupuesto., En este sentido, parte del crecimiento perdido se podría recuperar, y salvo que el cierre se prolongue demasiado tiempo, no debería tener efectos significativos en el consumo privado.

¿Cómo se ha llegado a esta situación?

El sector más duro del partido republicano ha utilizado su capacidad de bloquear los presupuestos como arma para forzar una retirada o renegociación del programa de reforma sanitaria de Barack Obama. Si no se retira esta reforma, con la que tertulianos ultraconservadores han acusado a Obama de poco menos que implantar el socialismo en Estados Unidos, no hay presupuesto. El órdago lleva planteado varias semanas, y la respuesta del partido demócrata y de la Casa Blanca ha sido hacer oídos sordos a las amenazas, convencido de que el electorado castigará la postura republicana, como sucedió en 1996. Los intentos de los sectores más moderados del partido han sido socavados por el ala derecha de éste, en un momento en el que no hay un líder claro y el aparato mediático está entregado al Tea Party.

¿Se puede reconducir?

Esta noche vota el Senado una propuesta republicana, que da margen hasta el 15 de noviembre para evitar el cierre presupuestario a cambio de retrasar un año la reforma sanitaria. Se espera que la mayoría demócrata del Senado elimine la referencia a la reforma sanitaria y mantenga la prórroga al presupuesto, lo que devolvería la propuesta de nuevo al Congreso, que podría votar una última vez antes del ultimátum. La mayoría republicana tendrá entonces la patata caliente: o fuerza el cierre federal o da marcha atrás en sus amenazas. Un sector relevante de los republicanos quiere evitar a toda costa convertirse en culpable del cierre federal, en un momento de recuperación económica apenas incipiente.

¿Es muy preocupante para los mercados?

En sí misma no es buena noticia, pues introduce incertidumbre y lastra la economía en un momento delicado. Pero la Bolsa puede vivir con ello: hay precedentes y se conocen, más o menos, los efectos. Pero es una pésima señal de cara a la negociación política más importante para los mercados: el techo de deuda. Los dos partidos tienen que llegar a un acuerdo para elevar el endeudamiento máximo del Tesoro antes de que el límite actual se agote este mes, y hay sectores republicanos que quieren aprovechar también esta negociación para tumbar la reforma sanitaria.

¿Qué sucede si no hay acuerdo para el techo de gasto?

A diferencia del cierre federal, que solo paraliza el gasto corriente, el techo de deuda condiciona cualquier desembolso federal. Incluidos los intereses de la deuda. El Ejecutivo tiene vías para sortear el peor de los escenarios, es decir, que la deuda del Tesoro entre en impago. Pero el efecto sobre los mercados y sobre la economía sería, probablemente, devastador... Aunque en realidad nadie puede cuantificarlo porque nunca ha sucedido. El escenario es similar al de 2011, cuando los legisladores aprobaron en el último momento el aumento del techo de deuda. La semana anterior fue la más volátil para las Bolsas de Estados Unidos desde el crac de Lehman.

Si no se llegase a un acuerdo, cualquier posibilidad estaría abierta. Dependerá de si los inversores huyen masivamente de los activos estadounidenses, de a cuánto suben los tipos de interés de la deuda pública, de si los bancos cierran completamente el grifo de la financiación por el deterioro en sus balances de una deuda con riesgo de impago, del efecto de estas medidas sobre los tipos de interés que pagan las familias y, sobre todo, de cómo se toman los mercados, que tienden a exagerarlo todo, un escenario tan complejo. Desde el punto de vista económico, si no hay acuerdo sobre el techo de deuda, el cierre federal será un detalle insignificante.

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Sobre la firma

Nuño Rodrigo Palacios
(Barcelona, 1975) es subdirector de Cinco Días. Licenciado en Economía por la UAM, inició su carrera en CincoDías en 1998, especializándose en información financiera. Ha sido responsable de Mercados, de la edición Fin de semana y de la sección Cinco Sentidos. Redactor jefe a partir de 2007, de 2011 a 2021 se ocupó de la edición digital.

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