Una economía robusta y ajena a crisis europeas
La tasa de paro está en su nivel más bajo de los últimos 20 años El país ha reforzado su posición como segundo exportador mundial
Alemania es uno de los pocos países europeos donde la situación económica nacional apenas ocupa espacio en el debate político. A falta de una semana para las elecciones federales que determinarán el próximo canciller, las grandes discusiones de la campaña han sido la propuesta de Los Verdes de incluir un día vegetariano en los comedores escolares, junto con la posibilidad de aplicar una tasa especial a los vehículos de otros países comunitarios por utilizar las autopistas germanas. La situación económica es tan favorable que el líder de la oposición, el socialista Peer Steinbrück, apenas menciona el asunto para no dar bazas a la canciller Angela Merkel, quien tiene todas las papeletas para repetir en el cargo un tercer mandato, según todas las encuestas.
“Gracias a su nivel de reformas en la última década, Alemania ha pasado de ser el enfermo de Europa a convertirse en el país más fuerte del continente, logrando gestionar desde los riesgos asociados a la globalización a los vinculados a la crisis de la eurozona”, apunta en un informe Anatoll Annenkov, economista de Société Générale para Europa.
Los datos que refrendan el poderío económico de la locomotora alemana y su resistencia frente a la crisis son palmarios: Alemania es el único gran país europeo cuya economía ha recuperado e incluso superado los niveles de producto interior bruto (PIB) previos a la recesión de 2008. En el caso de España, el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que eso no ocurrirá, al menos, hasta el año 2017. Además, las cuentas públicas germanas están completamente saneadas, el país exporta más que nunca y su tasa de paro es la más baja de los últimos 20 años.
Paro bajo mínimos y exportaciones relucientes
Las dos fortalezas que han permitido a Alemania sobreponerse de los problemas generados desde el comienzo de la crisis financiera internacional son la flexibilidad de su mercado laboral y su potente capacidad exportadora. “El buen comportamiento del empleo se explica por la introducción de la posibilidad de que empresas y empleados lleguen a acuerdos para flexibilizar la jornada laboral”, explica Annenkov.
Este factor ha contribuido a que la demanda interna se haya mantenido muy robusta durante la crisis y, a la vez, ha permitido que las compañías restablezcan rápidamente sus niveles de producción tras salvar los momentos más difíciles. La tasa de desempleo de Alemania –inferior al 7%, frente al 12% de media en la eurozona y el 27% de España y Grecia– es la gran envidia de sus datos macroeconómicos. Sin embargo, los expertos destacan que este dato tiene una vertiente negativa: el auge de trabajos de baja calidad y poco remunerados.
El otro gran orgullo germano es su potencia exportadora. Gigantes como Mercedes Daimler o Volkswagen venden vehículos en Asia y Estados Unidos con unas cifras récord; conglomerados industriales como Siemens, distribuyen tecnología punta Made In Germany por todo el mundo. El país es sede de la mayor compañía química del planeta, BASF; del gigante informático SAP, que ha plantado cara al poderío de Silicon Valley... Todas estas corporaciones, junto con una pléyade de pymes especializadas en tecnología, han permitido a Alemania salir indemne de la crisis de la deuda soberana en la eurozona y consolidar su posición co_mo el segundo exportador mundial.
Sus exportaciones representan el 41,3% de su PIB_(frente al 10% en Estados Unidos o el 13,5% en Japón). Además, el país ha sabido diversificar sus clientes para aprovechar el tirón económico de Rusia, China y Oriente Próximo. Sus ventas en la zona euro tan solo suponen un tercio del total, algo clave para entender por qué la profunda recesión que sufren algunos de sus socios comunitarios no ha sacudido a la economía teutona.
Un superávit presupuestario único en Europa
Otro factor clave del poderío alemán es la buena salud de sus cuentas públicas. Al cierre del primer semestre, Berlín presentó un superávit presupuestario de 8.500 millones de euros, equivalente al 0,6% de su PIB. En España, y a pesar de los ajustes, el déficit rozará el 7% del PIB al cierre de 2013.
Los más críticos con las medidas de austeridad recetada por Merkel señalan que Berlín ha sacado provecho a la crisis de la deuda soberana europea, al convertirse el bono alemán en un activo refugio. La gran demanda de deuda pública germana ha hecho que Alemania consiga financiación a los tipos de interés más baratos de su historia. El propio Gobierno ha reconocido que en los tres últimos años se ha ahorrado 40.000 millones de euros. Por contra, España destinará 38.600 millones de euros en 2013 a pagar los intereses que genera la deuda emitida por el Tesoro.
Estos mimbres han permitido a Alemania salir de la atonía económica. La OCDE ha corregido al alza sus previsiones de crecimiento para el PIB alemán en 2013,_del 0,4% al 0,7%, mientras que otros países europeos luchan por salir de la recesión.
Pocos economistas se aventuran a poner en duda los éxitos de la Sparpolitik, la política de austeridad germana, cuyo origen se remonta al programa de reformas implantado por el último canciller socialista, Gerhard Schröder, en 2003: recortes presupuestarios, reducción de las aportaciones a la Seguridad Social, reforma de la prestación por desempleo, de las cláusulas de despido, de las oficinas públicas para búsqueda de trabajo...
Lo que sí genera más debate es la conveniencia de extender el modelo a otros países. “El éxito alemán, con su gran superávit por cuenta corriente, bajas tasas de desempleo y un crecimiento económico aceptable, es el resultado de una combinación de caídas nominales de salarios apoyadas por unas reformas del mercado laboral y reducciones drásticas en el gasto en inversión pública”, explica en un artículo el investigador Sebastian Dullien, del European Council on Foreign Relations (ECFR). La aplicación de estas medidas en otros países, en un entorno de recesión económica, podría reducir las tasas de crecimiento potencial en el conjunto de Europa, _advierte.
Entre las escasísimas nubes que podrían ensombrecer el panorama alemán, a medio y largo plazo, los expertos señalan un posible repunte de la inflación, una pérdida de competitividad o una escasez de mano de obra cualificada. Esto a medio y largo plazo, porque en el corto el cielo germano se presenta totalmente despejado. Tanto como el camino a la reelección de Angela Merkel.
Propuestas económicas de los partidos
CDU / CSU (Angela Merkel)
Impuestos. Descartan aumentos en la fiscalidad a los trabajadores y planean introducir medidas para suavizar el incremento de la carga impositiva que supone las subidas sostenidas en los salarios. Rechazan aplicar impuestos sobre la riqueza y son tibios sobre la implantación de una tasa sobre las transacciones financieras.
Salario mínimo. Se establecería por sectores y se negociaría entre la patronal y los sindicatos.
Eurobonos. Rechazan la adopción de eurobonos. Defienden la aplicación estricta de las normas de estabilidad y los pactos fiscales europeos para que todos los países se sometan a una disciplina fiscal.
Inversión pública. Contemplan la realización de inversiones por valor de 25.000 millones durante los próximos cuatro años.
Supervisión bancaria. El BCE solo debe asumir la supervisión de los grandes bancos.
SPD (Peer Steinbrück)
Impuestos. Proponen aumentar el tipo máximo del impuesto sobre la renta. Los sueldos que superen los 64.000 euros pasarían a tributar a un tipo superior al 42% actual, hasta llegar al 49% para los salarios que sobrepasen los 100.000 euros. También proponen la adopción de un impuesto sobre la riqueza.
Salario mínimo. Defienden la implantación de un salario mínimo de 8,5 euros por hora trabajada.
Eurobonos. No descartan su implantación, aunque sometida a ciertas condiciones.
Inversión pública. Defienden un gasto anual de 80.000 millones de euros para modernizar Alemania. 60.000 millones provendrían de inversiones privadas.
LOS VERDES (Jurgen Trittin)
Impuestos. Defienden una subida de impuestos:_“Más fiscalidad para los fuertes y menos para los débiles”. El tipo máximo del impuesto de la renta subiría hasta el 49% para quienes ganen más de 80.000 euros. También abogan por una tasa sobre los patrimonios superiores al millón de euros, que sea del 15%, a pagar en 10 años. También piden duplicar el impuesto de sucesiones. Son favorables a la puesta en marcha de la tasa sobre transacciones financieras.
El salario mínimo debería ser de 8,5 euros por hora trabajada.
Eurobonos. Defienden su introducción, así como la participación del sector privado en la solución de la crisis de la deuda periférica.
Inversión pública. Gasto público de 50.000 millones de euros en educación, infraestructuras y energías verdes.