La reforma de las reformas laborales
En agosto el desempleo disminuye en 31 personas (0,00%), según el Servicios Público de Empleo (SEPE). Por otra parte, descienden en más de 99.000 los afiliados ocupados y en los últimos 12 meses acumulan una pérdida de 568.000 cotizantes (-3,35%).
En este contexto, nos dicen que la economía va mejor en España, aunque los ciudadanos, según las últimas encuestas, no perciben la mejora en la economía real y eso que la recesión que padece nuestro país, cuarta economía de la zona euro, ha sido más moderada en el segundo trimestre del presente ejercicio, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Sin embargo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional son más pesimistas que el Gobierno de España, que manifiesta que en el tercer trimestre del presente ejercicio la recesión se habrá terminado.
Un informe de la Comisión señala que los riesgos, en nuestra economía, persisten mientras se mantenga un paro tan elevado junto con la contracción de la actividad, y una deuda privada muy importante en España y en el exterior acompañada de una deuda pública que aumenta rápidamente. No obstante, quienes sí que parecen dejar atrás la recesión en la eurozona son Alemania y Francia en el segundo trimestre. En España, los datos indican que existe una menor reducción de la actividad pero no se vislumbra todavía la salida de la crisis, en este sentido, consideramos que es demasiado pronto para hablar de recuperación. Hay que ser prudentes.
Por otro lado, no debemos olvidar que al estar en un mundo globalizado, para nuestro país todavía existen riesgos potenciales significativos en el entorno. Como es el caso de la crisis en Oriente Próximo (efecto negativo sobre las Bolsas y el precio del barril de crudo), retirada de los estímulos monetarios en EE UU (políticas económicas expansivas), elecciones en Alemania (aplicación de políticas económicas en la zona euro) y dudas sobre los países emergentes (el fin del dinero barato devalúa las monedas y ralentiza las economías). A todo ello habría que añadir riesgos de fractura y exclusión sociales como consecuencia de la aplicación excesiva de políticas presupuestarias restrictivas. Por todo ello, no se deben utilizar los datos del desempleo como signo de recuperación. Mientras tengamos una tasa de paro superior al 26% no se pueden echar las campanas al vuelo y menos sacar pecho ya que los riesgos sobre la economía española todavía persisten.
Actualmente, en nuestro país el mensaje tan optimista se ha reforzado y complementado con un informe oficial elaborado por el propio Ministerio de Empleo sobre los efectos de la reforma laboral en el mercado de trabajo. En dicho informe se menciona que la reforma laboral ha evitado la destrucción de 225.800 empleos. Pero en ningún sitio se menciona cómo se ha conseguido.
Se nos dice, desde el Gobierno de la nación, que por la aplicación de la reforma laboral ahora España es más competitiva, más fiable ante los mercados extranjeros, ayuda a exportar más, tiene efectos positivos en la economía general, será suficiente para crear empleo el crecimiento de la actividad económica entre el 1% y el 1,2% frente al 2% de antes de la reforma, es decir, con la mitad del crecimiento del PIB se crearán puestos de trabajo, nueva cultura del empleo que mejorará la eficiencia del mercado de trabajo, contener el incremento del paro, reducción del paro de los jóvenes, ha avanzado en la reducción de la dualidad del mercado laboral y ha mejorado la flexibilidad y, por último, reducción significativa de la tasa de temporalidad.
Por nuestra parte, entendemos que el objetivo prioritario de una reforma laboral es la reducción de la tasa de desempleo a niveles razonables. Y todavía más si la mayor preocupación de los españoles continúa siendo el empleo.
Si creemos que una reforma laboral por sí sola es capaz de conseguir todos los objetivos que nos cuentan es que no es útil para disminuir el paro. Por favor, no seamos tan ambiciosos y centrémonos únicamente en disminuir el paro, que ya es suficiente. La única manera de hacerlo es con crecimiento de la actividad económica y la aplicación adecuada de políticas activas de empleo, es decir, impulsando iniciativas que pongan en primer plano la creación de empleo y a medio plazo la reducción del déficit público.
Vicente Castelló es profesor de la Universidad Jaume I