Rodilla, el pionero local del ‘fast food’
La historia de la charcutería que se transformó en una de las principales cadenas de restauración de España El fundador comenzó a vender sandwiches para no desperdiciar las partes del fiambre que nadie quería
El 24 de diciembre de 1939 los cines de la plaza de Callao, en pleno centro de Madrid, anunciaban el “sensacional” estreno de Preludio de amor, una película que protagonizaban Grace Moore y Cary Grant. Era la primera Nochebuena de la posguerra española. Ese mismo día, en una esquina ubicada a pocos metros de las míticas salas abría sus puertas una modesta pastelería-charcutería. En su fachada podía leerse en letras grandes el nombre de un emprendedor que acababa de fundar la que se convertiría en una de las principales cadenas de restauración de España: Rodilla.
Cronología
1939. A sus 30 años, Antonio Rodilla, oriundo de Guijuelo (Salamanca), abre una pastelería-charcutería en una esquina de la plaza de Callao de Madrid. Es el mismo local que la empresa conserva hasta la actualidad en ese punto de la ciudad.
1940. El comerciante comienza a fabricar sándwiches de fiambre con un pan sin corteza, elaborado en el propio establecimiento.
1960. Se incorporan las mesas al establecimiento y se crea el sándwich de ensaladilla, una variedad que, con la misma receta, sigue siendo la número uno en ventas.
1972. La empresa inaugura un segundo establecimiento en la calle de la Princesa de Madrid con el mismo formato que había demostrado ser un éxito en la cercana plaza de Callao. 1981. Un tercer local abre sus puertas en la calle Orense.
1992. La producción del pan y los rellenos se concentra en el obrador de un polígono industrial de Carabanchel.
1995. Se abre la primera tienda con el modelo de franquicia en la calle de Goya.
2007. Gran expansión de la empresa, con la adquisición de tres nuevas marcas: Cafés Jamaica, Café de Indias y Cafés Garriga.
2012. El grupo cervecero Damm se hace con la mayoría del capital en una transacción por importe de 9,7 millonesde euros. La familia Rodilla conserva el 24% de las acciones.
Antonio Rodilla era entonces un muchacho de 30 años que había visto muchas matanzas de cerdo durante su infancia. Provenía de una familia de Guijuelo (Salamanca) especializada en la fabricación de embutido. Durante la guerra, el joven se dedicó a la venta de esos productos en Tetuán (Marruecos), la entonces colonia española adonde había emigrado. Con los ahorros que reunió allí logró abrir la tienda en el corazón de la capital, el mismo local que la empresa conserva hasta hoy.
El Rodilla de 1939, sin embargo, era muy diferente al actual. Tenía 60 metros cuadrados de superficie y un sótano con un obrador para hacer pan, pasteles y derivados. Pero aquellos eran tiempos duros y los alimentos básicos eran racionados. Los comerciantes no solo debían preocuparse por las ventas. Otro trabajo era mantener la tienda abastecida, y el éxito de Rodilla provino de esa necesidad.
El embutido se vendía al peso, barras de jamón de york, serrano, queso y algo de salami, pero ningún cliente quería pagar por la parte trasera. Para no desperdiciarla, Antonio pensó entonces en utilizar esa parte para crear un nuevo producto. La idea era vender un sándwich elaborado con pan inglés, sin corteza, un producto del que había oído hablar pero que era una rareza en España. El nuevo emparedado venía a hacer la competencia al tradicional bocadillo español.
Dado que existían muchas dificultades para el suministro de pan, Rodilla decidió fabricar el suyo, una costumbre que la empresa mantiene hasta la actualidad. Durante mucho tiempo, dado que la normativa no permitía vender ningún tipo de bebida en la tienda, hubo una barra donde se servía un vaso de agua para el consumo inmediato.
A medida que los años de la guerra se alejaban y los madrileños hacían más lugar para el ocio en sus vidas, Rodilla ganaba una aceptación sorprendente. Cuentan en la empresa que, a la salida del cine, la cola de gente “daba la vuelta a la tienda”. Aún era una época difícil, pero esos sándwiches de tres o cuatro pesetas, que entonces eran casi un artículo de lujo, conseguían atraer a la clientela.
Los años sesenta marcaron un punto de inflexión. La introducción de una barra de cafetería y algunas mesas hizo que la charcutería se acercara más al negocio de un restaurante. Eloy Pozo, responsable de experiencia de marca de Grupo Rodilla, cuenta que fue también en esos años cuando se creó el famoso sándwich de ensaladilla. “Fue un éxito y sigue siendo el número uno en ventas”.
Con el nuevo formato, en 1972 Rodilla abrió un segundo local en la calle de la Princesa. Faltaba poco para que llegara una seria competencia. Burger King inauguró su primer restaurante en Madrid en 1975 y McDonald’s lo siguió en 1981. En la empresa, sin embargo, insisten en que los ingredientes naturales los diferencian de las cadenas estadounidenses. “Somos comida rápida, pero no basura”, afirma el director general de Rodilla, Jesús Romero. Quizá sea por ello que la moda de las hamburguesas no impidió la expansión de la marca en los años ochenta y noventa.
En 2012, el grupo cervecero Damm se hizo con el 76% de las acciones (con una ampliación de capital de 9,7 millones de euros) y la familia del fundador conservó el resto. Para entonces, habían adquirido otras marcas (Café de Indias, Jamaica y Garriga) y sus productos se vendían en más de 200 establecimientos.
El mismo producto con una nueva cara
Los emblemáticos locales verdes de Rodilla han comenzado a desaparecer poco a poco para dar lugar a unos espacios más cómodos, urbanos y modernos.La gran transformación comenzó en marzo de 2012, con un nuevo logotipo y la remodelación del bar de la calle Serrano. El éxito fue evidente desde el comienzo y ello ha dado un fuerte impulso al proyecto de cambiar la cara a la empresa.“Notamos que el mercado lo está agradeciendo. Para cuando termine agosto esperamos haber remodelado un tercio de la cadena”, explica el responsable de experiencia de marca de Grupo Rodilla, Eloy Pozo.La estrategia para reposicionar la marca, que coincide con la toma de control de Damm como accionista mayoritario, tiene como objetivo atraer a ciudadanos más jóvenes y aumentar la permanencia de los clientes en los locales, explican en la propia empresa.