Luchar contra la contracción
Los bancos centrales quieren mantener una política expansiva, pero los mercados se entrometen cada vez más en su camino. Los políticos no pueden ignorar demasiado estas tendencias.
Las principales contribuciones financieras a la recuperación económica son bajos los costes del crédito, que fomentan el gasto, y unas divisas baratas, que promueven las exportaciones.
Irónicamente, los mercados se han agitado por un mejor funcionamiento de la economía. La previsión de un crecimiento del PIB normal y una política monetaria menos extraordinaria, la rentabilidad de la deuda soberana alemana y británica a 10 años ha aumentado desde principios de mayo, llegando a máximos del 1,9% y el 2,75% respectivamente. La rentabilidad a corto plazo también se ha incrementado a ambos lados del Canal. Esas subidas finalmente se traducirían en mayores costes para el crédito a los consumidores y las empresas.
El aumento de la rentabilidad de la deuda pública se traduciría en unos mayores costes para el crédito
Las buenas perspectivas de crecimiento también están impulsando al alza el euro y la libra esterlina. La libra tocó esta semana su nivel máximo en siete meses con respecto a una cesta ponderada de divisas, y ha ganado un 5% desde marzo. Un nivel similar ha alcanzado el euro que se ha apreciado un 3% durante ese mismo período y ha tocado máximos de los seis últimos meses.
Los inversores son volubles, por lo que los tipos de cambio y de interés podrían variar pronto, siguiendo la estela de algo que no sea un fortalecimiento económico todavía muy ligero. Por su parte, los bancos centrales, que se enorgullecen de no estar demasiado nerviosos por los vaivenes del mercado a corto plazo, no responderán de inmediato a un entorno financiero más complicado.
Pero tampoco pueden darse el lujo de poner en peligro la recuperación económica. La primera respuesta será probablemente la que implique un menor riesgo: declarar de que el mercado no lo está asumiendo bien. Si eso no funciona, puede que tengan que luchar contra los inversores con promesas de una política aún más laxa. Si aun así no lo logran, puede que tengan que pasar a la acción: introducir más liquidez en la economía.