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Columna
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Cobrar antes no cambia nada

Todo el mundo está de acuerdo en que –los demás– deben pagar las facturas más rápido. El gobierno de Reino Unido parece pensar que tiene que hacer algo para que el pronto pago arranque en casa.

El “usted paga ahora, yo pago después” ha ido de la mano con el capitalismo. En los negocios, se llama gestión del capital de trabajo. Sea cual sea el nombre, simplemente se trata de un juego de poder. El lado fuerte de toda transacción tiene la ventaja financiera. Los gobiernos casi siempre son fuertes, por lo que son casi siempre lentos en los pagos. Lo mismo vale para las grandes empresas que tratan con las pequeñas. A los bancos no les importa, porque las pequeñas empresas tienden a financiar sus existencias a través de préstamos de alto margen.

Pero a los políticos les gusta pedir pagos más ágiles. Parece que ello atrae a numerosos pequeños empresarios. Vince Cable, el ministro de Empresa de Reino Unido, ha sido el último en recurrir a esta estratagema al considerar la imposición de multas a las sociedades que no paguen con prontitud, según el Financial Times.

Tal vez los defensores de esta medida se salgan con la suya. Compradores y vendedores podrían tratarse como simples socios y no pelear para conseguir ventajas en las transacciones.

A la espera de que la utopía llegue, las peleas sobre quién paga la financiación no tendrían por qué dañar la economía, siempre y cuando el crédito fluya. Por supuesto, hay una pérdida a corto plazo para la parte que tiene que asumir el gasto por intereses. Pero con el tiempo esos gastos se incluirán en los precios a los clientes. En una economía sana, los precios reflejan los costes, incluyendo el de la financiación. No hay un valor económico real que se consiga al hacer que una de las partes pague pronto –o tarde.

El auténtico problema es si el sistema bancario está suficientemente capitalizado y motivado para financiar estas situaciones, lo que requiere un esfuerzo por parte de los reguladores y los legisladores. Para los políticos, es más fácil quejarse de la injusticia.

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