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La UE del revés

Almunia se erige en autoridad de resolución bancaria

De manera tan inesperada como inevitable, el actual comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, se ha convertido de facto en la primera autoridad europea de resolución bancaria. Una tarea que anticipa la del Mecanismo único de resolución (MUR) que Bruselas espera poner en marcha en 2015 y cuya jefatura será uno de los puestos a repartir en los próximos meses.

El MUR contará con casi 200 empleados permanentes y con un presupuesto anual de unos 60 millones de euros, según la propuesta de la Comisión Europea (CE) aprobada el pasado 10 de julio. Una agencia europea “pequeña” si se compara con su homólogo estadounidense (la Federal Deposit Insurance Corporation, con 7.500 empleados, 1.400 de ellos dedicados solo a la resolución bancaria). Pero con una competencia trascendental: decretar, planificar y ejecutar la intervención de un banco si alguno de los 6.000 que operan en la UE llega a necesitarlo.

El encargado de dar la señal de alarma será otro organismo de nueva creación: el Mecanismo único de supervisión (MUS), que en el seno del Banco Central Europeo asumirá la vigilancia de los bancos de la zona euro desde finales de 2014.

París ya ha movido ficha para poner al frente de la supervisión a Daniele Noui, una ejecutiva del Banco de Francia. Pero su nombramiento dependerá del baile de cargos que tendrá lugar en 2014, año de elecciones al Parlamento Europeo y de relevo en la Comisión Europea y en el Consejo de la UE.

La creación del Mecanismo de resolución añadirá otra plaza a repartir, porque esa nueva agencia de la UE contará con una Junta presidida por un Director Ejecutivo. Y el nombre de Joaquín Almunia, gracias en parte a su experiencia de los últimos años, parece inevitable que entre en las quinielas, según algunas fuentes comunitarias,

Almunia, en cierto modo, ya ejerce en esa labor como máximo responsable en la aplicación de las normas sobre ayudas de estado. Con ese marco, el comisario ha revisado, corregido y autorizado más de medio centenar de expedientes de reestructuración o liquidación de entidades durante los tres años y medio que lleva al frente de Competencia.

Ahora mismo, se encuentra inmerso en una batalla con Roma sobre el saneamiento de la Banca Monte dei Paschi, una entidad financiera que a sus 540 años presume de ser la más antigua del mundo, pero que, como tantas otras, tendrá que llevar a cabo drásticos ajustes si quiere obtener el visto bueno de la CE al préstamo del Estado de 3.900 millones de euros que necesita para sobrevivir a esta crisis.

Para el departamento de Almunia se trata del enésimo caso, después de haber supervisado la reestructuración de entidades tan descomunales como la alemana WestLB, la española Bankia, la británica Royal Bank of Scotland o la franco-belga Dexia, esta última todavía dando coletazos.

En un principio, los rescates se aprobaban de manera casi automática, tras el compromiso europeo de no permitir un Lehman Brothers a este lado del Atlántico. Esa filosofía llevó a interpretar que la caída de cualquier entidad podía arrastrar a gran parte del sistema financiero. Y en consecuencia, la CE autorizó entre 2008 y 2011 ayudas por valor de 4,5 billones de euros (equivalente al 36,7% del PIB europeo) y solo exigió a cambio la liquidación de una decena de entidades. En EE UU, en el mismo período, se cerraron más de 400 bancos.

Pero las tornas han cambiado tras el rescate de la banca española, coordinado en gran parte por el equipo de Almunia. Ese rescate supeditó la concesión de ayudas europeas a la imposición de pérdidas a accionistas y titulares de deuda subordinada. Un modelo que desde el 1 de agosto se ha convertido en “oficial”, tras la entrada en vigor de las nuevas directrices sobre ayudas bancarias aprobadas en julio por la CE, a propuesta Almunia.

La prueba de fuego de esas directrices y del propio comisario llegará tras el chequeo de la banca de la zona euro que se va a realizar en los próximos meses. Bruselas podría toparse entonces con Berlín o París si las pruebas revelan que alguno de sus bancos (¿Commerzbank? ¿Dexia?) precisa el apoyo del Estado para tenerse en pie. La CE ha asegurado que no permitirá trato de favor hacia ninguna entidad. Será la última prueba para el comisario Almunia, cuyo mandato al frente de Competencia expira en noviembre de 2014. Justo a tiempo para pasar el testigo. O, según se mire, para recogerlo en alguna otra responsabilidad internacional.

A contraluz

París y Berlín, a por el puesto de Barroso

A la vuelta de las vacaciones de agosto y, sobre todo, tras las elecciones en Alemania (22 de septiembre) comenzarán los codazos para hacerse con alguno de los muchos puestos que quedarán libres en 2014 en las instituciones europeas. Antes de las elecciones al Parlamento Europeo (mayo de 2014) se concretarán los aspirantes a sustituir a José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea. Por el Partido Socialista Europeo, el candidato mejor colocado es el alemán Martin Schulz, actual presidente del Parlamento Europeo. Por el Partido Popular Europeo, el más numeroso en esta legislatura,el último que ha entrado en las quinielas ha sido el francés Michael Barnier, responsable de servicios financieros en el equipo de Barroso. Barnier tendría que ganarse el apoyo del Gobierno de su país, en manos del socialista François Hollande. Y Schulz, el de la conservadora Angela Merkel, si renueva como canciller. Pero tanto Francia como Alemania parecen dispuestas a obviar las diferencias ideológicas si pueden hacerse con la presidencia de la Comisión.

La reforma del Eurogrupo

El próximo curso podría marcar también el comienzo de la reforma del Eurogrupo, foro informal que agrupa a los ministros de Economía de la zona euro. Berlín siempre se ha negado a transformar el Eurogrupo en una suerte de “gobierno económico”. Pero el pasado 30 de mayo, la canciller alemana, Angela Merkel, pactó con el presidente francés, François Hollande, la posibilidad de dotar al Eurogrupo de una presidencia permanente y de una estructura administrativa de apoyo. Si la propuesta se lleva a cabo, habría otro cargo disponible en los próximos meses, porque el actual presidente del Eurogrupo, el ministro holandés Jeroen Dijsselbleom, ya ha dicho que no le interesa una presidencia a tiempo completo.

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