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El espíritu de éxito de Melanie Griffith en los centros Vitalia

Catalina Hoffman, orgullosa de su logro :21 centros de rehabilitación para mayores.

La fundadora de Vitalia en su despacho.
La fundadora de Vitalia en su despacho.Pablo Monge

La presidenta y fundadora de Vitalia, una empresa con 21 centros de rehabilitación para personas mayores distribuidos en toda España, cuenta que cuando llega a su lugar de trabajo se siente como el personaje de Melanie Griffith en la película Armas de mujer: una joven llena de ilusiones que ha peleado duro para convertirse en una gran ejecutiva. “En la última escena, ella entra en su despacho y no puede creer que lo ha conseguido. A mí me pasa lo mismo todos los días”, afirma Catalina Hoffman (México DF, 1977) en una sala luminosa y amplia con vistas a la madrileña avenida de Burgos.

En esa arteria de la capital española está ubicada la sede de una organización con cientos de empleados que ha desembarcado en países, como Brasil y México, pero hace menos de 10 años no era más que un sueño. El de una joven que hoy asegura no haberse propuesto ser una empresaria sino mejorar la situación de las personas de la tercera edad. Tras graduarse en Medicina y Terapia Ocupacional, comenzó a trabajar en una residencia de ancianos de Madrid y fue allí donde surgió la inquietud. “Me encontré con 250 personas sentadas en una silla, mirando la televisión o cantando como niños y pensé que tenía que haber otra manera de tratar a los abuelos”. La joven quiso demostrar que pasar el tiempo con actividades recreativas no es lo mejor para ellos y comenzó las investigaciones que desembocaron en el método Hoffman, un tratamiento rehabilitador que ha revolucionado la atención a las personas de la tercera edad. Su descubrimiento está hoy registrado como obra científica por sus resultados comprobados para prevenir el deterioro de las neuronas y lograr que el cerebro reaprenda cuando el daño se ha producido ya. Musicoterapia, estimulación cognitiva a través del olfato y talleres de memoria y psicomotricidad son solo algunas de las actividades que dan vida a su método en los centros de Vitalia.

Asegura que la clave es prevenir, ir cinco minutos por delante. “Si la persona está bien y tiene calidad de vida, yo quiero que la conserve todos los años que pueda”. Hoffman afirma que cada paciente debe realizar un tratamiento diseñado en función de sus necesidades y nunca esperar a que aparezca un diagnóstico grave para tomar medidas. “No hay que pensar que es normal que la memoria se pierda o aparezcan problemas por el solo hecho de cumplir años”.

La fundadora de Vitalia afirma que la inactividad es la peor de las enfermedades en las personas mayores. Con esa convicción y apenas 26 años fundó en la calle Ferraz el primer centro en que se aplicó el nuevo método y, desde entonces, nada detuvo su avance.

Los alumnos de la Universidad de Harvard llevan varios años estudiando la experiencia de Vitalia. El año pasado, Hoffman cosechó otros dos logros. Con su empresa ya consolidada, pensó que era hora de adentrarse en el terreno de la acción social, y creó una fundación que lleva su nombre para brindar ayuda a los abuelos sin recursos. También en 2012 vio la luz lo que hoy muestra como uno de los tesoros de su despacho: Emprender soñando, un libro en el que cuenta el periplo que pasó en los inicios de Vitalia, cuando, según recuerda, nadie creía en ella.

Las cosas no fueron fáciles al principio. Antes de abrir el primer centro, cuenta, tuvo que recorrer decenas de entidades bancarias para que alguna accediera a financiar el proyecto de una joven inexperta. Otra barrera en el camino fue el rechazo que despertaba el tema de su emprendimiento. A todo el mundo le parecía muy triste que quisiera dedicarse a las personas mayores. “Me decían que estaba loca”.

Con la confianza que le da el éxito, Hoffman asegura que desoír las voces pesimistas fue su mayor acierto. “Me considero una persona completamente feliz. Cuando me levanto, no pienso que mis obligaciones sean un trabajo. Esto es mi proyecto de vida”.

Sin miedo a emprender

La historia de Catalina Hoffman demuestra que emprender puede ser una opción para cualquiera que se lo proponga, sin importar su formación o el sector del que provenga. “No es una opción reservada al sector de internet o la tecnología”.

La presidenta de Vitalia es la jefa de unas 200 personas porque no dudó de que su especialización en estimulación cognitiva también podía ser un terreno propicio para dar el salto al mundo de la empresa.

El primer consejo que Hoffman da a los que quieren seguir un camino propio en los negocios es escucharse a sí mismos y no hacer caso a las opiniones de los otros. “Las personas siempre van a hablar. Si yo hubiera hecho caso a los que me decían que estaba loca, que me olvidara de mi proyecto y montara una guardería para niños, no hubiera creado los puestos de trabajo que he creado ni atendería a tantas familias”, afirma.Otra de sus recomendaciones para emprendedores es no tener miedo. “Si es tu pasión, eso es lo único que importa. Si sale mal, aprenderás y te volverás a levantar”.

La fundadora de Vitalia cuenta que los tres primeros años de su empresa fueron muy difíciles. “Cometí muchos errores y lloré mucho en esos momentos”. Pero los pasos en falso, asegura, son una parte esencial de cualquier historia empresarial con final feliz. “Si un emprendedor no se equivoca, es imposible que sea un emprendedor”.

Hoffman cree que las personas tenemos que aprender a soñar. “Algunos sueñan con ir a las Bahamas o ganar la lotería, pero soñar es encontrar lo que te apasiona, y convertirlo en el motor de nuestra vida”.

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