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Columna
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Encontrar algo de equilibrio

Los últimos datos de comercio en Alemania confirman que los desequilibrios en el comercio interno de la zona euro y en la cuenta corriente están desapareciendo de forma lenta pero segura.

El progreso se esconde detrás de los grandes titulares de las estadísticas. El superávit comercial global de Alemania aumentó un 6,5%, hasta los 80,3 millones de euros, en los primeros cinco meses de 2013. Un crecimiento mucho más rápido que el de la economía mundial en el mismo periodo de tiempo.

Sin embargo, yendo más allá, los patrones dentro de la unión monetaria están cambiando. De enero a mayo de 2013, el superávit alemán con respecto a resto de la zona euro se situó en tan solo 900 millones, hace cinco años era 33 veces superior. Por aquel entonces, la zona euro representó el 35% del superávit comercial de Alemania. Hoy en día, es apenas el 1,1%.

Los datos de comercio en Alemania son, en parte, la otra cara de la austeridad en los países de la periferia

El descenso es la culminación de una tendencia que se ha desarrollado desde 2009. En parte, es la otra cara de la excesiva austeridad en la periferia, que ha debilitado la demanda de bienes alemanes. Pero eso solo explica una pequeña parte. De 2008 a 2013, las importaciones alemanas de la zona euro crecieron un 14% por factores como el aumento de los salarios en Alemania, los bajos tipos de interés y la mejora de la competitividad de los países de la periferia.

La tendencia podría acentuarse en los próximos trimestres. La demanda interna podría sufrir también otro golpe. El país ha sufrido una congelación de la inversión empresarial en los últimos 18 meses, lo que ha creado considerable demanda acumulada. Cuando la incertidumbre sobre el futuro de la zona euro desaparezca, las empresas alemanas aumentarán su gasto, lo que debería impulsar la demanda interna y las importaciones.

El cambio en las corrientes comerciales ya es notable, sobre todo teniendo en cuenta que los miembros del euro no pueden devaluar su divisa para suavizar la carga del ajuste. En definitiva, la argumentación de los agoreros que siguen insistiendo en que Europa solo puede superar sus problemas con tipos de cambio flexibles se debilita.

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