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Objetos de gran lujo

Así se fabrica un Jaeger-LeCoultre

En 1931, un responsable dela manufactura Jaeger-LeCoultrerecibe en la India un encargo. Oficiales británicos aficionados al polo le retan a crear un reloj que sea capaz de soportar los golpes de su deporte favorito. De ese desafío nace el mítico Reverso, un icono dela relojería. Lasolución fue simple: un único gesto que sirve para hacer girar la caja, mostrando el lado metálico y protegiendo el cristal. Una pieza que ha sido reinterpretada y que es uno de los sellos de los 180 años de la firma suiza.

La marca nace en 1833, creada por Antoine LeCoultre tras inventar una máquina para tallar piñones. Era descendiente de hugonotes huidos de Francia y refugiados en el valle de Joux, una de las cunas de la relojería suiza, con marcas como Breguet. Desde entonces, las innovaciones de Jaeger y patentes, más de 400, no han cesado. En 1851 llega el primer cronógrafo. En 1903, el relojero parisino de la Marina, Edmond Jaeger, reta al mundo a diseñar el reloj más fino posible. El nieto del fundador gana con el calibre 145, de138 milímetrosde grosor, una de las grandes obras de la relojería de la historia, y surge la unión entre Jaeger y LeCoultre. En 1929 aparece otro icono, el calibre 101, que sigue siendo el movimiento mecánico más pequeño jamás construido (de0,9 gramos) y que ahora se engarza fundamentalmente en pulseras de alta joyería.

Sin ser una de las marcas más conocidas por el gran público, esta firma apasiona a coleccionistas que viajan hasta Suiza a conocer su manufactura. Allí trabajan 1.300 personas para realizar con gran precisión cada máquina. De hecho, la fábrica (del grupo Richemont) sigue haciendo movimientos –el corazón del reloj– para otras marcas. Se corta y se monta allí cada milimétrica pieza, por lo que los empleados trabajan con lupa o microscopio.

Desde que se empieza hasta que se termina un reloj pasan semanas y por las manos de hasta 180 oficios. Todas estas joyas son puramente mecánicas. Una de las zonas más especiales de la planta es el taller de las grandes complicaciones (todo aquello que no es el minutero), donde trabajan solo los más expertos relojeros. Ahí se montan las grandes piezas de edición limitada, de hasta 75 unidades y de cientos de miles de euros de precio. Una de sus creaciones cumbre ha sido el reciente Hybris Mechanica à Grande Sonnerie, con 1.300 componentes y 26 complicaciones, entre las que se encuentra un calendario perpetuo, un tourbillon o el carillón de Westminster miniaturizado, que da la melodía completa del Big Ben.

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Sobre la firma

Alfonso Simón Ruiz
Graduado en Economía y máster de Periodismo UAM / EL País. En Cinco Días desde 2007. Redactor especializado en información empresarial, especialmente sobre el mercado inmobiliario, operaciones urbanísticas y, también, sobre la industria farmacéutica y compañías sanitarias.

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