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Columna
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Monte dei Paschi se acerca al siglo XXI

Las acciones de Banca Monte dei Paschi di Siena se dispararon cuando el banco italiano propuso eliminar las reglas de votación a favor de la fundación que es actualmente su mayor propietaria. La medida ayudará a la maltrecha entidad a atraer nuevo capital. Todo lo que necesita ahora es un comprador.

Si MPS permanecería siendo el banco más antiguo del mundo ha estado en el aire desde su desastrosa adquisición de Banca Antonveneta en 2007 y las pérdidas que sufrió por derivados poco fiables que le obligaron a recibir rescates estatales por un valor total de cuatro millones de euros. Durante esa agonía, el mayor accionista del banco, la fundación benéfica de Siena, se aferró al control, aunque tuvo que vender acciones para pagar la deuda. El banco corre riesgo de dilución cuando empiece a devolver las ayudas. La dirección ya estaba planeando realizar una ampliación de capital por valor de mil millones de euros en los próximos tres años. El dinero extra también podría ayudar a dar marcha atrás en las dos operaciones de derivados controvertidos que son muy desagradables en el caso de un banco apoyado con dinero estatal.

MPS no tendrá posibilidad de ampliar su capital si no perfecciona su arcaica gestión

MPS no tendría ninguna posibilidad de aumentar su capital sin perfeccionar una arcaica gestión que limita los derechos de voto de los accionistas ordinarios –excluyendo a la fundación. Cambiar las reglas será algo altamente controvertido en Siena. La Comisión Europea –que aún debe aprobar la ayuda estatal– puede darle pocas opciones. Si el incremento de capital de 2.000 millones de euros se comporta a precios corrientes, podría encontrarse con una participación de menos del 15% frente al actual 33%.

La última pregunta que queda es ¿quién pondrá los 2.000 millones de euros? Se puede decir que MPS es barato, cotiza a 0,4 veces su valor contable, en comparación con el promedio de 0,8 veces del índice europeo Stoxx 600 de los bancos. Un inversor paciente podría vender a un comprador extranjero en una potencial oleada de fusiones bancarias que podrían surgir tras la unión bancaria de la zona euro. Sin embargo, ante la maltrecha economía italiana, agravada por un gobierno débil que poco puede hacer para impulsar el crecimiento, cualquier inversor también necesitaría una gran dosis de optimismo.

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