La UE golpea de nuevo ante la OMC las tácticas comerciales de China
El consejo de ministros de Comercio de la UE, que se celebra hoy en Luxemburgo, analizará durante un almuerzo de trabajo la evolución del conflicto comercial con China, tras la escalada de la última semana. Ambas partes siguen fajándose con cuidado, conscientes de las devastadoras consecuencias que podría tener para el comercio mundial una guerra abierta entre dos bloques de tamaño tan descomunal. Pero los golpes son cada vez más frecuentes. Y aunque todavía no apuntan a sectores vitales, no cabe descartar que uno de ellos alcance de pleno al rival y acabe desencadenando una encarnizada batalla.
Ayer le tocó el turno de pasar a la ofensiva a la Unión Europea. Bruselas anunció que se suma a la denuncia presentada por Japón ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) contra los aranceles antidumping que China impone a las importaciones de tubos de acero inoxidable de alto rendimiento.
La denuncia llega solo una semana después de que la Comisión Europea aprobase sus propios aranceles antidumping para frenar las importaciones de paneles solares fabricados en China. Una decisión que provocó la reacción airada del gobierno comunista de Pekín, que anunció de manera inmediata una investigación sobre los subsidios europeos a la producción de bebidas alcohólicas, un expediente que podría terminar castigando con aranceles las exportaciones de vino procedentes de países como España, Francia o China.
Los tres casos revelan la creciente tensión entre los dos bloques, provocada tanto por el incremento de los flujos comerciales como por el impacto de la crisis en los respectivos mercados.
Pekín intenta favorecer el desarrollo de su industria gravando la importación de productos con tecnología más avanzada y restringiendo la exportación de sus recursos naturales.
Bruselas, por su parte, se defiende del supuesto dumping en productos con exceso de oferta, como las placas solares (la producción china basta para cubrir el 150% de la demanda mundial, según la CE). Pero, sobre todo, trata de abrir un gigantes mercado con una tradición centenaria de resistencia a la competencia exterior. De hecho, de los cinco conflictos entre la UE y China ante la OMC, en cuatro de ellos Bruselas denuncia los aranceles que gravan las exportaciones europeas al mercado chino o las trabas a la salida de materias primas en las que China disfruta una supremacía mundial.
En los últimos años, sin embargo, la Comisión Europea también ha intensificado la lucha contra la presunta competencia desleal de los fabricantes chinos. Durante el primer trimestre de este año, la CE abrió tres investigaciones por presunto dumping o subsidios abusivos. Las tres, contra China. Y entre 2010 y 2012, China fue objeto de 25 investigaciones antidumping de un total de 58.
Aun así, los ataques y contraataques entre los dos bloques siguen siendo de baja intensidad y no muy diferentes de los conflictos que mantiene la UE, por ejemplo, con su principal socio comercial, EE UU o que enfrentan periódicamente a Washington y Pekín.
División interna
En el caso de los paneles solares, por ejemplo, EE UU ya impuso hace meses aranceles antidumping a la producción china, mientras que Bruselas acaba de aprobarlos y con carácter provisional, pendientes de confirmación por parte del consejo de ministros de la UE a finales de año.
En la UE, además, los intereses divergentes de los socios retrasan o impiden la adopción de medidas de castigo o represalia contra China. Alemania no oculta su discrepancia con las últimas medidas adoptadas por Bruselas, mientras que Francia las alienta. Dentro de la Comisión, el comisario de Industria, Antonio Tajani, representa a los partidarios de una defensa activa.
París se resiste a la apertura comercial con EE UU
La división interna de la Unión Europea en materia de política comercial internacional se visualizará hoy también con motivo de la posible apertura de negociaciones con Washington para firmar un acuerdo de libre comercio transatlántico. La Comisión Europea intentará que el consejo de Ministros de Comercio de la UE, reunido en Luxemburgo, apruebe el mandato de negociación para iniciar las conversaciones con EE UU. Pero Francia se resiste por miedo a que el ambicioso acuerdo ponga en peligro el concepto de “excepción cultural” con el que París protege a su pujante industria cultural, editorial y audiovisual.
La CE, según fuentes comunitarias, ofrece tres salvaguardas para calmar la inquietud de Francia: que el acuerdo no afectará a los mecanismos de apoyo al sector audiovisual, como la cuota de pantalla para producción nacional; que todos los subsidios quedarán excluidos del acuerdo con EE UU y que la UE y los Estados podrán seguir legislando para “proteger la diversidad cultural en el mercado digital”.
Aun así, la delegación francesa amenaza con invocar el artículo del Tratado de la UE (207.4) que, a su juicio, le permitirá vetar el mandato de negociación.
Los servicios jurídicos de las instituciones europeas deberán aclarar, llegado el caso, si Francia dispone de derecho de veto, porque el Tratado de Lisboa prevé que los mandatos de negociación se aprueben por mayoría cualificada “salvo que pongan en peligro la diversidad lingüística y cultural de la UE”. Debates jurídicos aparte, sin embargo, parece poco probable que la Comisión Europea se pueda embarcar en una negociación con EE UU sin contar con el respaldo de la segunda economía de Europa.