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Tribuna
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Europa obliga

Estábamos preocupados ante la eventualidad de que la Comisión Europea abriera a nuestro país un expediente, por supuesto sancionador, como consecuencia del examen que debíamos pasar. Teníamos contenida la respiración. Pero los comisarios y adyacentes han procedido con una mixtura de consideraciones y exigencias. Las consideraciones han sido para el Gobierno de Mariano Rajoy, al que han prodigado reconocimientos por la tarea cumplida.

 Una tarea cuyos resultados quedan a la vista al computar un 27,2% de paro de la población activa que supone más de 6.200.000 desempleados y el agravamiento de la recesión, mientras algunas de las reformas esperadas siguen en el congelador. De manera que elogios a Rajoy por sus encaminamientos y recortes en aras de la reducción del déficit. A continuación, Bruselas ha bajado del Sinaí con las tablas de los deberes pendientes. Unos deberes que gravitarán sobre los lomos de los más débiles porque se trata de endurecer la reforma laboral y rebajar las pensiones, todo ello envuelto en los eufemismos acostumbrados y otros de nueva elaboración. Pero como nos tiene advertidos S. J. Lec en su libro Pensamientos despeinados, a veces el castigo trae como consecuencia la culpa y los más desfavorecidos por la crisis ahora van adquiriendo la condición de culpables. Mientras los abusadores están, como la Puerta de Alcalá en la canción de Ana Belén, viendo pasar el tiempo, sin rendir cuentas, a salvo de consecuencias, salvo algún contratiempo carcelario de rápida extinción como le sucedió a Miguel Blesa, antiguo presidente de Caja Madrid.

Recordemos que llegaban los liberales para comportarse como intervencionistas. Vergonzosas las prisas del presidente del Gobierno José María Aznar, tras su victoria electoral bajo mínimos en 1996, para repartirse las instituciones del Estado y las que pudieran gravitar en su órbita. Fue el momento estelar de los compañeretes de pupitre del Colegio del Pilar o de la Universidad Complutense. La búsqueda del talento y del mérito fue sustituida por la búsqueda de las afinidades, la lealtad inquebrantable y la docilidad.

Se ocuparon las empresas privatizadas, las cajas, todo lo que estaba a la mano de modo fulminante sin respeto a las costumbres. Y los nuevos encumbrados pasaron a ejercer con la misma soltura que si fueran propietarios. La inercia de la pinza Aznar-Anguita, PP-IU, que propició tantas vilezas, dio impulso a sustanciosos acuerdos, como el firmado por algunos aprovechateguis de Comisiones Obreras con el PP para desbancar al profesor Terceiro de la presidencia de Caja Madrid.

Su sucesor en el primer consejo de la institución resolvió las injusticias más acuciantes y procedió a multiplicarse el sueldo por 18. Como estábamos en la burbuja que Aznar presentaba como consecuencia de sus poderes taumatúrgicos, hubo compensaciones para todos los que se sentaban a la mesa del rico Epulón sin entender de razas ni colores políticos. Los que hubieran debido resistirse a semejante compra invocaron el principio de que no estar presentes es siempre un error. Pero sabemos que ese es el camino del cinismo consentidor tantas veces justificado bajo la consigna de evitar males mayores.

Ahora todos se declaran irresponsables de las decisiones y de las cuentas que aprobaron porque una cosa es cobrar las dietas y otra muy distinta dar la cara. La situación es adversa pero lo más grave es la pérdida de autoestima moral de los dirigentes. Porque sabemos que la tendencia al abuso está inscrita en la naturaleza caída del hombre después del episodio de la manzana que terminó con aquel balneario del paraíso terrenal.

Eso de ganar el pan con el sudor de la frente intenta evitarse de forma que el sudor sea el ajeno. Pero lo que constituye la diferencia básica es la suerte reservada a los abusadores en los distintos sistemas sociales y políticos. También en Alemania hay ministros que plagian tesis doctorales, pero caen fulminados, mientras que aquí continúan en sus puestos. También en Baviera se descubren casos graves de nepotismo pero se reacciona de forma muy distinta que en Orense. Mientras tengamos que penar con el caso Bárcenas a la espalda será imposible rehabilitar a nuestro país en el seno de la UE. Continuará.

Miguel Ángel Aguilar es periodista

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